Lo que pase en cancha parece ser lo último que interesa en el fútbol chileno, en particular a los dirigentes. En primera división, el campeón jugará Copa Libertadores, lo que tiene lógica: el mejor de Chile debe jugar el torneo internacional más importante de esta zona del planeta.
¿Se imagina a Colo Colo, Unión Española o Universidad de Chile -uno de los tres será campeón este semestre – jugando partidos de ida y vuelta con el décimo o el sexto de la tabla para definir si llega o no a la Copa?
Simplemente suena a tontera. Pero eso es precisamente lo que le sucede a los campeones de Primera B y Segunda División. Unión La Calera, el mejor del torneo de transición está en plena definición con San Marcos de Arica. Los “Bravos” llegaron décimos en esta competencia; habían sido segundos la temporada anterior y por ello tenían asegurado ese cupo. Literalmente, este semestre jugaron por cumplir y solo esperando esta llave.
En la segunda división profesional pasa lo mismo. Vallenar, campeón, deberá definir con Melipilla, sexto. Los “Potros” se ganaron ese derecho por finalizar segundos la temporada anterior.
Así, los campeones no tienen premio, pueden quedarse con las manos vacías. Si las bases tuvieran cierta lógica, Unión La Calera ni siquiera estaría en la división. Fue último en la temporada 2016-2017, solo siguió en la B porque los genios que manejan el fútbol chileno establecieron el coeficiente de rendimiento : división del puntaje conseguido en un año y medio. Si las cosas se hicieran de manera simple, San Marcos debió ascender el torneo pasado como segundo, pero la B cada día tiene menos incentivos. Un cupo y un cuarto en un año y medio…paren la chacota.
En segunda es lo mismo. Hay una barrera casi infranqueable para llegar a la Primera B y entrar en ese círculo de 32. El botín es demasiado jugoso como para dejarlo al alcance de otros. Para que hablar de lo que significó para el fútbol amateur la creación de dicha categoría.
El asunto es simple. En Chile los campeones no ganan nada. Y eso es porque mandan las lucas. Dictadura del capital y lo que hay que mantener es el botín. Nada cambiará si no cambia la mentalidad de quienes dirigen el fútbol chileno, hoy secuestrado por un grupo de dirigentes, que aprovechando la concomitancia con el poder político, sacó ventaja de la creación de las Sociedades Anónimas para apoderarse de instituciones con años de historia, legítimas herederas de tradición y arraigo.
El Estado les remodeló los estadios, de inversiones mejor ni hablar. Se privatiza la ganancia, se sociabiliza la pérdida, es el fútbol chileno. Con ser el mejor en cancha, no alcanza…