Poco a poco, aunque mucho más lento de lo que se requiere, parece ser que se vuelve a entender que el estadio debe ser una fiesta, estar llena de colorido y que se convierta, como antaño, en un lugar atractivo para familias completas y en especial, para los más pequeños, que en general suelen quedar cautivos de un equipo por el especial ambiente que se da en las graderías de un recinto deportivo.
Como tantas estupideces en este país carcomido por la corrupción y las malas prácticas en muchas instituciones, el programa Estadio Seguro se las ha ingeniado para volver imposible la vida de los hinchas, criminalizados hasta el hastío. Incluso en su momento llegaron a la torpeza de quitarle banderas a los niños, en una muestra más que las autoridades están absolutamente desconectadas de como vive el pueblo chileno.
Hay algunas señales positivas. Si antes se prohibía el bombo, ahora ha vuelto. También dejan entrar globos. Se dieron cuenta que son inofensivos, aunque no hay que ser brillantes para tal deducción. Mire como recibió la hinchada de Rangers a su escuadra en el compromiso frente a Magallanes. Bien por los talquinos que siguen a su equipo en todas las canchas de Chile.
Fotografías gentileza Gigante Deportivo
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