Los últimos diez años del cuadro pirata han sido para el olvido. Un equipo que a principios de los noventa se codeó con los grandes de América y que en su historia acarició el título de campeón de primera división en dos oportunidades, ha fracasado en su intento de volver al fútbol grande. Alegrías y sinsabores, desazón y esperanza, descritos en el siguiente reportaje.
En enero de 1991 – con triplete de Juan Carlos Araya y 15 mil personas en las tribunas – Coquimbo Unido doblegaba en el antiguo Francisco Sánchez Rumoroso a Deportes Antofagasta por 3 a 2 y regresaba a primera división, al finalizar como subcampeón del torneo de segunda división.
El exitoso proceso, dirigido en la recta final por José Sulantay, marcaba el inicio de una época gloriosa para el pirata, la más recordada de su historia y que lo llevaría a instalarse entre los equipos que alguna vez jugaron el campeonato de mayor prestigio de este lado del mundo: la Copa Libertadores de América. Impensado para un cuadro que había sufrido por largo tiempo, el rigor de los “potreros”, como antiguamente se conocía a la actual Primera B.
“En algún momento a Coquimbo se le conoció como uno de los equipos ascensoristas”, recuerda el periodista Inti Bonilla, quien ha cubierto por más de 20 años al elenco aurinegro. “Subía y bajaba en la década del 80”, agrega.
La suerte comenzaría a cambiar cuando a partir de los años 1984 y 1985, se comienza a trabajar con una base de casa, la que finalmente en 1990, ascendería. En juveniles ya sabían de éxitos e incluso llegaron a pelear un torneo nacional ante Universidad de Chile por allá por 1979.
En aquel plantel destacaban jugadores como Eugenio Julio, Jorge Peralta, Miguel Ramos, Javier Toledo, Mario, el “Loco” Rodríguez y Daniel, el “Nene” Jofré, entre otros. Con esa matriz y la sapiencia del “Negro” Sulantay, otra vez estaban en primera.
Los recursos para armar el plantel del año 1991, eran escasos. Habría que recurrir al ingenio y la creatividad para conformar un equipo que fuera competitivo y que al menos pudiera salvar la categoría. Volver de inmediato a la B, era el mayor de los riesgos.
Pero la realidad se encargaría de superar las expectativas del hincha más optimista. Los filibusteros realizaron una campaña para enmarcar, siendo superados solo por el Colo Colo campeón de América. Un año atrás estaban en segunda, ahora alcanzaban la Libertadores como subcampeones de Chile, con un plantel que quedaría en el recuerdo. La tarea por venir era colosal.
“Lo primero fue tratar de conseguir que el gran entrenador que llevó a Coquimbo a primera, José Sulantay, siguiera con el primer equipo. Conseguido eso nos abocamos a ver que nos iba a pedir. Venía con la mente muy clarita, sabía que era un club que no iba a disponer de grandes recursos”, recuerda Omar Yáñez, presidente de Coquimbo Unido durante aquel memorable 1991.
Es así como se inicia la contratación de jugadores que quedarían en las bitácoras del club como el equipo de los “picados”. Al puerto llegarían elementos que por diversas razones, todavía no lograban su despegue total en el fútbol chileno, aunque sus condiciones eran reconocidas en el medio.
“Arribaron jugadores que habían llegado a equipos grandes y que no les había ido bien: Carlos Soto, Jorge Muñoz, Orlando Mondaca, Cristián Olguín, Pedro González, Roberto Corró, el brasileño Ronaldo Moraes, no lo conocía nadie y fue gran figura”, apunta Bonilla.
El espíritu de revancha que los rodeó calzó a la perfección con la idea de Sulantay. Los éxitos no tardaron en llegar y culminarían en un gran festejo a fines de ese año. “Mantuvimos siempre los primeros lugares junto a Colo Colo”, relata Yáñez. “Ganarle a Católica en Santiago, grandes partidos con Colo Colo, celebramos en regiones que era casi imposible”, detalla.
El aporte dirigencial y el ambiente en el puerto con la clasificación a la Copa
Además del aporte de canteranos, la llegada de los denominados “picados” y el conocimiento de Sulantay, lo cierto es que el exitoso 1991, también se cimentó en un trabajo comprometido de los dirigentes.
“En ese tiempo los dirigentes eran netamente coquimbanos, no había nadie de afuera, tampoco empresarios poderosos. La familia Sánchez, Miguel Bauzá, Eduardo Corvetto, la familia Humeres, 100% coquimbanos. En base a mucho esfuerzo y sacrificio, aportes personales prácticamente, lograron sostener a un equipo que siempre llevó mucha gente en la tribuna, no se bajaba de las 5 mil personas. Era toda una ciudad y también una familia”, destaca Inti Bonilla.
Opinión que comparte el por entonces presidente, Omar Yáñez. “En esa época habían grandes dirigentes como Miguel Bauzá, los hermanos Contador. Había un grupo de 26 dirigentes que permitía hacer postas cuando unos estaban cansados para que entraran otros a poner el hombro para sacar esta gran tarea que era llevar a Club de Deportes Coquimbo Unido a una instancia que nunca había conseguido como era competir en Copa Libertadores”.
La campaña, que no estuvo exenta de problemas económicos – Yañez destaca el compromiso del plantel de 1991 que pese a las adversidades supo entender la situación del club – consiguió movilizar a toda una ciudad. Tras igualar con Cobresal en la altitud de El Salvador, el “barbón” llegaba a la Copa Libertadores. La ciudad se revolucionó y se volcó a las calles a recibir a sus héroes.
“De La Serena hasta Coquimbo era un mar de gente. Creo que fue lo más lindo que he vivido en el fútbol. Ir a la Copa Libertadores fue como haber salido campeón, un gran logro para nosotros y la gente del puerto”, reconoce Pedro, “Heidi”, González, una de las piezas fundamentales de esa escuadra.
El por entonces director de Coquimbo Unido y hoy presidente del club, Jorge Contador recuerda: “Fue un ambiente de mucho compromiso con el equipo, el puerto estaba alegre. También el equipo fue bien criticado a nivel nacional”.
En esa misma dirección, Yáñez asegura que el sentimiento que se apoderó de todos fue de “euforia”. “Cuando el avión aterriza en Serena, no solamente los hinchas coquimbanos, debo agradecer a muchos hinchas serenenses que salieron a la calle y aplaudían a los jugadores. Obviamente en Coquimbo fue apoteósico como fueron recibidos porque era un triunfo para la hinchada, para el pueblo coquimbano. Así lo vivieron y se sintieron muy partícipes de este triunfo”.
Llegaría la Copa, y aunque los resultados no acompañarían, lo cierto es que Coquimbo Unido se había posicionado como un cuadro capaz de las mayores hazañas y que ya tenía el prestigio de ser conocido a nivel internacional. Newell’s Old Boys, San Lorenzo, Colo Colo y Universidad Católica habían sido los escollos en la experiencia continental de los aurinegros.
2005: Los piratas acarician la gloria nuevamente
Aunque vivió algunas temporadas difíciles, lo cierto es que Coquimbo Unido consiguió posicionarse como un equipo habitual de los tornes de primera y en 2005 otra vez estaría en el primer plano. Junto a Raúl Toro y un destacado grupo de jugadores canteranos, se proclamaría subcampeón del fútbol chileno, tras caer en la final del campeonato ante Unión Española.
“Cuando me eligen director técnico, venía de hacer una buena campaña en San Felipe. Los dirigentes me dijeron que tenían un grupo de jugadores jóvenes que pensaban que podían dar resultados. Me pidieron que conformara una columna vertebral, contratara un arquero, un central, un volante de enlace y un atacante y los demás iban a ser nada más que jugadores jóvenes”, revela Toro.
“Si nos iba mal la primera parte del campeonato, ellos me ponían seis jugadores más porque me iba a arriesgar con la mayoría de jóvenes de 17,18, 19 años. Nos fue tan bien que solo pude contratar a un jugador”, prosigue el estratega.
Eso sí, la historia tendría matices en relación a lo conseguido en 1991. “Los procesos fueron diferentes, en la campaña del 2005 tuvimos la explosión de una generación de jóvenes coquimbanos que comenzó a formarse en el 2000, entre ellos, Carlos Carmona, destacadísimo seleccionado nacional; Alí Manouchehri y Nicolás Crovetto”, rememora Jorge Contador.
En los anales de aquel año quedarían grabados en la memoria de los hinchas y registrados en la historia del club, importantes triunfos sobre cuadros de prestigio en Chile, a los que este grupo de muchachos se encargaría de eliminar. A los apellidos ya citados, se sumarían otros formados en las divisiones menores.
“Generalmente, el jugador que es nacido en casa siente la camiseta diferente”, relata Toro, quien además recuerda que en el camino de los playoffs, sacaron de competencia a Cobreloa y Huachipato – que venía de eliminar a Colo Colo 5 a 0 en el global de la llave – para finalmente enfrentar a los hispanos.
“Perdimos 1 a 0 en Santiago y en casa 3 a 2. Tuvimos algunos accidentes en Coquimbo, se nos lesionó el mejor atacante que teníamos que era Marcelo Corrales cuando íbamos ganando 1 a 0. Estuvimos a punto de ser campeones. Hoy cuesta que pongan un sub 20, nosotros la primera final con Unión la jugamos en Santiago con seis: Osorio, Rivera, Manouchehri, Corvetto, Carmona y Aravena, era un equipo jovencito, terminamos perdiendo la final pero orgullosos de lo que habíamos hecho”.
La debacle y el futuro
Finalizada la campaña que nuevamente tuvo a Coquimbo Unido como protagonista, Raúl Toro dejó el equipo, molesto con un sector de la hinchada al que acusó de criticar excesivamente a los jugadores, especialmente a los extranjeros. Alcanzó a dirigir solo algunos partidos del Clausura pero terminó renunciando.
2006 sería un año sin grandes emociones pero todo se complicaría sobremanera en 2007. “El derrumbe de Coquimbo Unido comienza en el año 2007, se tomaron malas decisiones desde el punto de vista deportivo respecto a aquellos jugadores que llegaron aquel año y no cumplieron las expectativas, no hubo buenas decisiones de los técnicos, el Cacho Malbernat, Andreas Percic, no se hicieron las cosas bien, se equivocaron mucho”, afirma Inti Bonilla.
Así, Coquimbo Unido se iba a la B tras vivir una gran etapa en primera. En 17 años en el fútbol grande de Chile había sido dos veces subcampeón y registraba un paso por la Libertadores. Ahora el club pertenecía a una categoría menor. Cuando aún restaban tres fechas por jugar, Deportes Puerto Montt y Antofagasta igualaban en La Pintana y el aurinegro caía de división. Vendría una década compleja, para algunos, la peor en los 59 años del club y que de paso, se agravaría con sistemas de campeonato que terminaron perjudicando a los porteños.
“Hoy estamos pasando por un momento realmente espantoso, una administración ligada a Sergio Morales que en Coquimbo no la quiere nadie, ha generado muchísima odiosidad, no hay ninguna vinculación entre la administración de Sergio Morales y su forma de manejar el club y lo que la gente piensa y quiere en Coquimbo”, dispara el periodista Inti Bonilla.
Mucho más mesurado en su análisis es el actual presidente Jorge Contador. El timonel aclara que no estaba en el club cuando el representante Sergio Morales, ingresó como principal accionista, hecho acaecido en 2015.
“Las evaluaciones deben hacerse en el contexto que se toman las decisiones. No he tenido ningún inconveniente en trabajar con la familia Morales. En términos generales creo que ha sido positivo para Coquimbo Unido su participación en la administración”.
Visiones que se contraponen pero que concuerdan en un punto: el futuro para Coquimbo Unido ofrece muchas perspectivas de desarrollo. De hecho, Bonilla asegura que Morales se va a fin de año, sí o sí, Contador apuesta por el trabajo de los canteranos y el ex presidente Yáñez, quien incluso evaluaría sumarse a una nueva administración con gente históricamente ligada al puerto, apunta a la incorporación de nuevos capitales. Con ciertas restricciones, claro.
“Te puedo garantizar que Sergio Morales a fin de año, se va de la administración de Coquimbo Unido. Va a continuar perteneciendo a la sociedad anónima deportiva porque compró acciones, vamos a ver de qué manera en Coquimbo se logran operar de este cáncer que ha tenido durante estos años que se llama Sergio Morales. Se va a recuperar la identidad, esto se ha desvirtuado de manera muy notable y hay que recuperarlo”, vaticina Bonilla.
En contraposición, Contador comenta que “eso se verá en su momento, de mi parte estoy muy motivado con el trabajo que se está realizando en las series menores. Con un trabajo profesional en el primer equipo y en las fuerzas básicas, sin duda volveremos a encantar al hincha coquimbano”.
Por último, Yáñez aporta su propia receta para levantar a los piratas. “Creo que Jorge Contador, Miguel Bauzá más otros dirigentes, van a tener la mano, el pulso y la muñeca para cambiar las decisiones de alguien que no quiere hacer las cosas bien, tienen la capacidad para hacer grandes cambios, Coquimbo Unido debe estar en primera división”, expone.
“El capital puede venir de cualquier parte del mundo, no se va a perder nunca la identidad. Los que deciden dar la entrada a esos capitales tienen que dejar una cancha bien rayada sobre cómo se debe manejar un club como Coquimbo Unido, tan arraigado en la comunidad y pensar que debe llegar a instancias superiores y a través de eso que ganen la plata que es justo deben ganar”, finaliza Yáñez.