Es cuestión de tiempo: Unión La Calera saldrá de la zona de descenso en la tabla ponderada. Y hay una razón de peso para tal afirmación: el cuadro calerano tiene una fortaleza que, generalmente, permite alcanzar el éxito: es un equipo.
Cuando hablo de equipo, específicamente voy al siguiente punto: en los cementeros, todos marcan, todos corren, no se regala ningún centímetro. Miramos con mucha detención el partido que realizó el cuadro de Víctor Rivero frente a Ñublense. Salvo un par de escapadas en el primer tiempo de Ignacio Ibáñez, el cuadro de Chillán no llegó al arco de Lucas Giovini.
Han ganado los últimos cinco partidos, no les han convertido y salvo el duelo ante Unión San Felipe, siempre necesitó de solo un tanto para marcar la diferencia. En un par de compromisos, Giovini fue figura, pero en general, no está pasando zozobras.
La fortaleza de este equipo que se está haciendo duro como el cemento radica en un punto principal: todos son obreros. No es un conjunto brillante desde el punto de vista técnico, pero desde sus hombres más adelantados, Rafael Viotti y Gonzalo Abán, todos defienden, marcan y no ceden milímetro de la cancha.
Hay una jugada en el segundo tiempo en que Alberto Martínez se descuelga, dejando el sector izquierdo del ataque calerano descubierto, perfecto para una salida del lateral. Pero Viotti estaba atento y siempre tuvo en la mira a René Bugueño, que corría por ese sector. Hizo lo mismo cuando Jaime Gaete se posicionó en esa zona.
No es el único ejemplo: en general Viotti era el primer defensor, siempre tomó al volante central de Ñublense, complicando el avance de la escuadra del Ñuble. Es muy complejo superar a una defensa de once, no solo porque el número es significativo, principalmente porque refleja que son un equipo, que el compromiso está asumido y que entienden que los duelos se ganan segundo a segundo en la cancha.
No se extrañe si Unión La Calera pelea con San Marcos por el ascenso. Por ahora la prioridad es salir del descenso pero van hacia ese camino. Tienen otras armas que darían para otro análisis: el recorrido del “Beto” Martínez, la pausa de Paulo Rosales, el poder de gol de Viotti y Abán, o la solvencia de sus centrales, Felipe Salinas y Víctor Morales; también la experiencia de Lucas Giovini. Pero no son solo nombres, es un conjunto, las individualidades están al servicio del colectivo y cuando hay que correr, ninguno se resta.
Fotografía Efecto Cementero
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