Por Luis Montenegro.
Es muy conocido ese dicho de que podemos esconder la basura debajo de la alfombra. Pero llega el momento en que la alfombra no da para más. Y esa alfombra, que por años ha sido nuestra generación dorada se está desgastando. Y toda esa basura que se escondió durante años bajo de ella tiene nuestro fútbol chileno al borde del colapso absoluto.
Y no quiero que se malentienda. No es que la selección de Bravo, Vidal y Alexis sea el culpable del descalabro que hoy en día vivimos. Pero lamentablemente la generación dorada hizo que nuestra atención se desviara por años en esos triunfos y glorias que nos fueron tan esquivos, lo que nos hizo pasar por alto un caldo de cultivo que hoy se transformó en un desastre por todas sus líneas.
Repasemos. En primer lugar, tenemos un fútbol chileno secuestrado por los empresarios. Empresarios que sin pudor han comprado clubes que incluso son archirrivales para transformar el fútbol nacional en una serie de conglomerados, que se ceden jugadores sin descaro y que terminarán definiendo el futuro del fútbol entre cuatro paredes.
A eso sumémosle la trampa mortal de la segunda división profesional. Un engendro propio del Dr. Frankenstein. Una división que tenía una cuota casi imposible de cubrir para subir a la B, con un fairplay financiero que hace aparecer múltiples denuncias de dobles contratos y que lleva años sin tener un torneo donde todo (ascensos y descensos) se definan en cancha.
Si seguimos más allá, el escándalo de las inscripciones irregulares de jugadores que hoy obligan a tener un doctorado en estadísticas para definir cuál será la tabla de Primera B 2021. Y muchos de estos errores amparados en una falta de prolijidad alarmante de la ANFP, sumado a sistemas informáticos que de seguro son obsoletos y reglas que invitan a cometer estas irregularidades.
Si modificarán la regla de los sub21 con algo tan sencillo que si viene de otro equipo debe ser considerado refuerzo, muchos problemas se ahorrarían.
A esto súmele la crisis del arbitraje. Penales a más de un metro fuera del área, goles con jugadores casi 4 metros adelantados, jugadas que de manera insólita no se cobran incluso con VAR mediante terminan definiendo campeones, ascensos y descensos. Y la presencia de Castrili, más allá del glamour, no ha cambiado en mucho la situación.
Piense además en el abandono casi por completo del fútbol joven, todo lo relativo al control del Covid… Podría estar escribiendo toda la noche. Y es que la cantidad de basura que había debajo de esta alfombra que tanta alegría nos dio es increíble.
LEE TAMBIÉN:
También podría interesarte: Del “Velero” de Felipe Cornejo hay que hablar muy en serio
“Es necesario, urgente y oportuno contar con el Var en la Primera B”