El 12 de agosto de 2015, Ricardo Díaz, manejaba su camión, transportando vinos de la Viña Santa Rita desde Valparaíso hacia La Calera, cuando cerca de Concón, otro vehículo pesado lo impactó, provocándole una serie de lesiones de gravedad que hasta hoy lo tienen en silla de ruedas.
“Venía despacio, a unos 50 km/h”, comienza su relato para www.primerabchile.cl, el ex golero, que se formó en Universidad Católica, tras dejar su natal Valdivia, y que además defendió al propio “Torreón“, O’Higgins, Osorno, Ñublense, Colchagua, Unión San Felipe y Unión La Calera, entre otros clubes. Precisamente hoy, se encuentra radicado a la tierra del cemento.
“De frente venía un camión parecido, pero más fuerte”, continúa recordando, “parece que el hombre venía con el celular, se salió un poco del pavimento, se volcó y con la velocidad que traía se me vino encima y me pegó el tremendo choque, el camión mío se desintegró, el vino corría por la calle, estuve dos horas en el camión, hasta que llegaron los bomberos de Quilpué y me pudieron sacar, tuvieron que rajar la cabina, estaba aprisionado”.
El accidente le produjo graves consecuencias: seis fracturas en la pierda derecha, en la tibia, y dos en la tibia izquierda”. Tenía 64 años, recuperarse no sería para nada sencillo. “Me llevaron de urgencia al hospital Gustavo Fricke, me operaron, tengo muy pocos recuerdos, estaba sedado. A los tres días me trasladaron a una clínica en Quilpué, donde estuve tres o cuatro meses hospitalizado, me operaron 8 o 10 veces, me dieron de alta y me mandaron a la casa a Calera”.
Luego de las múltiples intervenciones, comenzó una larga terapia. En diciembre de 2015, el médico que lo había operado le informó una triste noticia: no volvería a caminar, la silla de ruedas sería su compañera de ahora en adelante. “Estuve bastante mal anímicamente, no me convencía de lo que había pasado”.
Sin embargo, tras un año viviendo con la certeza de que sus piernas ya no funcionaban, la situación tuvo un giro inesperado. Una llamada desde el Compín de Viña del Mar, le devolvió la esperanza. “El médico me dijo, estamos mal, se equivocaron en Quilpué, lo voy a mandar a Santiago a una clínica donde lo van a tratar desde la cabeza hasta los pies, perdí un año”.
Con la fe renovada, partió al Hospital del Trabajador en Santiago, donde otra vez, debió ingresar a pabellón. “Me cortaron cerca de 40 centímetros de la tibia, me pusieron una prótesis grande, después se infectó la pierna, tuve que estar hospitalizado, aislado. Me dieron de alta en junio de este año, desde esa fecha, voy todos los días a Santiago, terapia para estirar la pierna, no me puedo parar, el médico quiere que estire la pierna, cuando me pueda parar con una, me va a operar la otra para ver si puedo llegar a caminar”.
Más de dos años sin trabajar, para el bolsillo de la mayoría de los chilenos, significa un golpe duro desde la perspectiva económica. Hijos en el colegio, en la universidad y todo se complica todavía más. La solidaridad en este caso, se ha hecho sentir, de lo contrario, el panorama sería aún más complejo.
“John Silva, un hombre de la zona que es muy querido, fue gerente de Calera, actualmente concejal, se preocupó, hizo un evento, trajo a Bam-Bam Zamorano con sus amigos a jugar Showbol para juntar algunos pesos. Trabajaba en una radio como comentarista deportivo antes del accidente, los jóvenes ahí me hicieron un bingo, en el colegio de mi hija, otros, eventos para ayudarme económicamente. En el momento del accidente estaba facturando más o menos tres millones y medio, menos petróleo, me quedaban 2 y medio, estaba relativamente bien. Actualmente estoy cobrando una licencia de 190 mil pesos”, revela.
El drama de Díaz también conmovió a un viejo amigo, ex jugador de los caleranos, Gustavo Farías, quien le está organizando una rifa. El plantel actual del club se plegó a la iniciativa: participa en la venta de entradas para el partido del domingo ante Deportes Copiapó y de paso, invita a comprar números para apoyar al ex golero cementero. “Están aprovechando de ayudarme a vender algunos números, esto nació de Gustavo Farías, Héctor Rivas y Gustavo Llamet, más mi señora, mi hermana, la alcaldesa donó los talonarios, mi hermana se consiguió los premios aquí en Calera, llevo tantos años aquí que soy bastante conocido”.
Admirador e hincha de Universidad Católica, de la que destaca su valor como institución, Díaz por supuesto también tiene su corazón rojo calerano. Se radicó en la ciudad y está al tanto de la campaña actual del equipo. Es optimista y aunque ya no puede ir al estadio, sigue el derrotero del club en el presente torneo de transición. Cinco años defendió la casaquilla de Unión La Calera. Ha creado lazos con el club.
“Después que dejé de jugar en Calera, fui dirigente, presidente de la comisión fútbol, el 2002 trabajé como preparador de arqueros de Hernán Ibarra. Buenísima (la actual campaña), ojalá nos de el envión para salvarnos de tercera división, creo que sí, con dos o tres partidos más que gane, va a ser 30 o 31 puntos, con eso se salva”, expone, esperanzado en el equipo que dirige Víctor Rivero, ese mismo que se cuadró con Díaz en la dura batalla contra los designios del destino.
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