Entró en la historia de Deportes La Serena como referente, capitán, símbolo y goleador histórico. El fin de semana recién pasado, jugó su último partido ante los suyos en La Portada: una de las galerías del recinto llevará su nombre.
Pero las muestras de reconocimiento y cariño hacia Mauricio Salazar, aún no paran. De hecho, el escritor Roberto Meléndez, autor del exitoso libro “Barrio Bravo”, le dedicó un espacio en su facebook, donde publicó unas emotivas palabras en reconcimiento al insigne artillero.
“Todos los hinchas locales que asistieron al estadio fueron a verlo por última vez con la granate, camiseta que defendió desde los 14 años con apenas dos breves interrupciones. El resto y grueso de sus 25 temporadas en el fútbol fueron en el equipo de sus amores, el club de la ciudad donde nació, creció y jugó a la botellita. ¿Creyó alguna vez que jugaría en Europa? Por supuesto, ese combustible vive innato en la piel de quienes buscan desafiarse con los mejores, y por más mesurado y educado que sea -“¡Porque siempre se da un tiempito y saluda!”, dice cualquiera que lo ve caminando por la Recova-, es futbolista y compite”, señala al comienzo de su mensaje.
Agrega que “No obstante, la realidad es que los tocados son muy pocos, y sin echarse al trago ni yendo a morir a los brazos de un agente corrupto, forjó su destino con chapa paralela, corriendo de las clases de ingeniería, al juego que le era identidad del alma. Y mientras en la sala de clases laburaba para ganarse la vida cuando sea adulto, en la cancha trabajaba para ser feliz como cuando pendejo. Y así, seguidamente en su cabeza, imaginaba las láminas con las que creció y ya no se hacen, y se veía un poquito más gordo, aunque vigente, querido y capitán. Pero lo tenía más que claro: el maldito tiempo fraguaba su eterno plan sin salida”.
Meléndez continúa su relato. “Hizo un primer tiempo más que correcto, participando activamente en el único gol de su equipo. Parecía un nene mostrándole sus condiciones al profe. Esa imagen quería dejar, y esa imagen dejó. Durante el entretiempo vio a un camarín remozado, tan distinto al de sus inicios que apenas contaba con agua tibia. Ya estaba decidido, serían sus últimos quince minutos, a los que se agregaron dos de descuento. Miró por última vez desde adentro del campo y en medio de los cánticos su cuerpo se puso en silencio. El final había llegado en un encuentro acaso intrascendente de la segunda división, mas, no todo es Hollywood, y como si fuera una escena de cine arte abrazó sencillo el sentimiento, y comprendió que en tiempos modernos la fidelidad en el fútbol también es un talento. Aquella idea extinguida que sigue para algunos tozudos como Mauricio Salazar, quien el sábado jugó su último partido”. #BB.
Maruricio Salazar suma y suma elogios por su fidelidad al granate.
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Fotografía @JamilVaras
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