79′ de partido, Benjamín Saravia sanciona penal para Santiago Morning. El marcador indica 1 a 0 a favor de Deportes Copiapó. Un eventual empate, pone en riesgo el liderato del “León” de Atacama y deja la mesa servida para que Unión La Calera pase a ocupar en solitario, el lugar de privilegio.
David Escalante, goleador del transición encargado de ejecutar. Las probabilidades están del lado del artillero del Morning. Pero Guillermo Orellana deja de lado cualquier consideración matemática y saca una tapada de antología para mantener su arco incólume. Triunfo copiapino y otra semana al tope de la tabla.
¿Portada de medios? No, porque la injusticia que se vive en este país, incluye a la prensa. Silencio absoluto. No vende y por algo no es historia. Las poco más de 300 personas que llegaron a alentar a Deportes Copiapó no tienen derecho a leer una crónica de su golero. Fue el héroe de la jornada, un héroe anónimo como tantos chilenos que hacen bien su pega pero que son dejados en el olvido. Simple, no hay espacio para ellos en las historias oficiales.
Puta vida. Al carajo, Orellana se merece una nota, su historia lo amerita, la de cada individuo lo vale. Y pudo perfectamente estar en otro sitio a esa hora, en otro lugar, pero el destino le tenía reservado esa cita, un momento que seguramente atesorará.
No solo de fútbol vive el hombre. Tras dejar la Universidad de Concepción lo vivió en carne propia. En 2015 no tenía club y estuvo cerca de tres meses sin jugar. Probó suerte en otros negocios, junto a un amigo decidió dedicarse a la venta de huevos. Sus ahorros fueron a parar al nuevo emprendimiento. “Tomé la decisión, puse un negocio, nos fue bastante bien, una mini empresa, tres meses vendiendo huevos, fue una linda experiencia”, comenta Orellana.
Coquimbo Unido lo sacó de la postración futbolística, fue clave en la campaña en la que los piratas tuvieron que bregar hasta la última fecha para aferrarse a la B. Sorpresivamente, dejó el puerto. Diferencias con el cuerpo técnico de Juan José Ribera, se informó en su momento.
“Fue algo personal, nada de lo que salió en la prensa, que tenía problemas con el técnico, no fue así. Con el “Coto” y Fernando (Solís) somos muy buenos amigos, quería otras cosas, nada de lo que se comentó era verdad, quería buscar un nuevo rumbo y que mi familia estuviera bien, a mis hijos les costó el tema del colegio”, explica.
Claro, porque tanto peregrinaje pasa la cuenta. De hecho, el retiro fue la opción que le vino a la cabeza. Quería tranquilidad, principalmente para los suyos. “Había tomado la decisión de no seguir jugando por mis hijos, me sale la posibilidad de Copiapó, nunca fue por problemas con el técnico. Tenía mis negocios, hubo hartas cosas que pensé pero cuando hablé con los dirigentes de Deportes Copiapó me di la última oportunidad en el fútbol, no me arrepiento”.
Y así se encontró con Escalante el sábado pasado. Una historia con desenlace conocido pero que tiene una trama oculta. “Tengo un amigo bien especial, el preparador de arqueros de La Serena, Carrillo, estuvimos hablando, me mandó un mensaje de voz motivándome, me decía, “último minuto, Guillermo Orellana, figura del partido, tapadón”, en el momento del penal recuerdo el mensaje de voz, lo atajé y se cumplió lo que él me envió”. Las vueltas del fútbol.
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