Los acereros sumaron cuatro refuerzos provenientes de la división de plata del fútbol chileno. Todos tienen algo en común: son jóvenes y una futura venta podría significar jugosos dividendos económicos para la institución. “Estamos consolidando un modelo de club, hay que darle un tiempo de maduración al proyecto”, dice su vicepresidente, Marcelo Pesce.
Revisando la conformación de los planteles de Primera División, salta a la vista que Huachipato fue uno de los equipos que más jugadores de Primera B incorporó de cara al futuro torneo de transición. Los acereros sumaron al defensa Eric Ahumada, a los volantes Mathías López y Juan Córdova y al mediapunta, Joaquín Verdugo.
Los dos primeros vienen de jugar en Cobreloa, mientras que Córdova defendió a Unión San Felipe. Además, registra un paso por la selección de Canadá, aprovechando el vínculo de su padre con ese país. Joaquín Verdugo en tanto, es la gran promesa que ha producido la cantera de Rangers en los últimos años.
Interesados en la motivación que tiene el cuadro del acero para fichar jugadores de Primera B, con contratos a largo plazo (Verdugo y Córdova por ejemplo, firmaron por cuatro años) conversamos con el vicepresidente de la institución, Marcelo Pesce, quien entrega detalles de esta política, que entre otros objetivos, busca equilibrar el aspecto deportivo y el económico.
“Más que encasillarlo en buscar jugadores en Primera B, lo que hacemos nosotros es buscar jugadores. Reúnen un cierto perfil, que se enmarca dentro de nuestro proyecto deportivo, eso es que sean relativamente jóvenes, proyectables, que puedan ser potenciados en el club para que posteriormente, esto se traduzca en un crecimiento del jugador y posiblemente, una venta”, explica Pesce.
“Como la B, estamos viendo las divisiones inferiores, el extranjero, en varios países. Siempre estamos pendientes de lo que ocurre en Chile”, agrega el segundo hombre de la directiva siderúrgica.
Desde hace tres años, Huachipato se convirtió en sociedad anónima deportiva y desde esa fecha que se aplica esta política. Ángelo Sagal es un caso emblemático. En Rangers no fue considerado pero Huachipato lo transformó en un jugador exportable. De hecho, ya lo vendió a México y Juan Antonio Pizzi lo llevó a la Copa Confederaciones con la selección chilena. “Hacemos un trabajo con cada jugador. Le entregamos lo que le falte para que después tenga un crecimiento y se transforme en una potencial venta”, enfatiza el vicepresidente de los de la usina.
Claro, la idea es vender, lo que lleva a las siguientes interrogantes. ¿Cómo se compatibilizan los intereses económicos con los deportivos? ¿Es posible armar un plantel competitivo si los jugadores probablemente dejarán el club? Pesce responde:
“Cada jugador tiene su maduración diferente. Joaquín (Verdugo) es un jugador que tiene 21, 22 años, hoy necesita crecer, si en ese crecimiento se demora seis meses, un año, dos o tres, lo vamos a ayudar. No en desmedro de eso, creemos que hay que compatibilizar el aspecto deportivo y por eso siempre estamos trayendo jugadores nuevos. No le vamos a cerrar a un jugador que pueda partir pero eso significa estar buscando constantemente, jugadores que puedan reemplazar a los que hoy tenemos”, afirma.
Como el único campeón del sur, los resultados en cancha no pueden ser descuidados. El hincha también quiere éxitos y Pesce es consciente de aquello.
“Hay que darle un tiempo de maduración al proyecto, estamos consolidando un modelo de club. Lo pensamos para ser competitivos y pelear un campeonato en algo así como ocho años y recién llevamos tres. Entiendo que el hincha es exigente, pero salvo algo especial, encontraría difícil que podamos campeonar en los próximos años pero sí, parte del proyecto involucra que en el algún momento debemos ser competitivos y estar peleando las primeras dos o tres posiciones en forma permanente y clasificando a torneos internacionales. Es un tema de mediano plazo”.
En la práctica, Huachipato cuenta con una red de veedores para captar talentos. La tecnología también ayuda. “Tenemos un grupo de gente que está viendo los diferentes campeonatos, la televisión ayuda mucho, también hay bastante información en sistemas de software computacionales que nos ayudan a ver a los jugadores cuando no se televisan todos los partidos. Esto es parte importante de nuestro proyecto y le dedicamos mucho tiempo”.
A la hora de elegir el técnico, el elenco de Talcahuano también miró a la Primera B. El argentino César Vigevani ex entrenador de Cobreloa y Unión San Felipe conduce al plantel. Sin embargo, su experiencia con jugadores del ascenso, no fue el aspecto central por el que pasó la decisión de contratarlo.
“No tiene nada que ver una cosa con la otra, así como buscamos jugadores también buscamos técnicos. Tienen que tener algunas condiciones para que se adapten a nuestro proyecto: una orientación a proyectar jugadores, trabajar con jugadores relativamente jóvenes, no se requieren las mismas competencias que para trabajar con jugadores mayores”, aclara el dirigente de Huachipato.
“En el caso de César, lo veníamos mirando hace tiempo, es un entrenador relativamente joven y cuando ha tenido oportunidades en Primera B, con equipos medianamente competitivos lo hizo bastante bien, tiene un récord de partidos ganados bastante importante en términos estadísticos y además nos parece una muy buena persona”, detalla.
Con una clara orientación y política las metas y objetivos apuntan al mediano y largo tiempo, situación poco habitual en el fútbol chileno, donde pareciera ser que la planificación en muchos casos, alcanza para el día a día. ¿Podría ser imitado el modelo de los siderúrgicos?
“Huachipato no es un modelo a seguir necesariamente. Hay diferentes realidades, no es lo mismo ser un club que lleve 20 mil personas al estadio y otro 10 mil, que sea de Santiago o de provincia. Cada realidad es diferente y Huachipato es una más dentro de eso”, afirma Pesce.