Con el rotundo fracaso de Andrés Yllana en Unión San Felipe y de Nicolás Frutos en San Luis de Quillota -se fueron sin ganar un partido- queda en evidencia lo arriesgado que es confiarle la conducción técnica de un equipo de la categoría, a entrenadores que no conocen el medio.
En la categoría no hay espacio para el error porque un descenso significa prácticamente salir del profesionalismo; la segunda división profesional no reporta el sustento económico de la televisión como lo hace la Primera B.
Poner atención a las campañas precedentes también puede ayudar a evitar un fiasco con la designación del nuevo entrenador. En Ñublense hicieron caso omiso de este antecedente y hoy lo pagan. San Felipe es colista, San Luis penúltimo y el rojo, antepenúltimo. Los tres tuvieron que cambiar de estratega.
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