“Enamorado del fútbol, jugador frustrado profesionalmente, en el amateur lo gané todo hasta los 17 años, después la vida me llevó, tenía que hacerme responsable de mi familia, seis hermanos y me dediqué a la parte formativa, a ser entrenador de fútbol”.
Así comienza su relato para www.primerabchile.cl, Patricio Bustamante, el canchero responsable de la mantención del pasto del “Zorros del Desierto“, un césped de lujo en pleno desierto, que sorprendió a los medios nacionales durante la estadía de la selección chilena en la previa del duelo frente a Bolivia, en la altitud de La Paz.
“Recorrí todo Sudamérica, soy nacido y criado en Curicó y estuve por muchos años radicado en Constitución“, prosigue Bustamante, quien en la joya del Maule viviría un giro radical en su vida, dejando de lado el fútbol formativo y los restaurantes, actividades comerciales con las que se ganaba la vida.
Pese a desconocer por completo los secretos de la profesión de canchero, el destino le tenía reservado un cambio que lo llevaría a terminar conociendo de cerca a uno de los personajes más influyentes del fútbol chileno, para muchos, arquitecto de esta generación dorada: Marcelo Bielsa.
El calendario indicaba el año 1997 cuando llegó a la alcaldía de Constitución un amigo de Bustamante, quien le propuso el reto de mejorar la cancha del Enrique Donn, estadio del balneario maulino. No sabía nada de la profesión, asumió el reto y se comprometió a cumplirlo a cabalidad. Contaría con un escudero de lujo: Florencio Ceballos, “Ceballitos”, uno de los mejores cancheros del país.
Reconocido colocolino – aunque asegura que si juega Cobreloa y el cacique, prefiere a Cobreloa – Bustamante decidió contactarse con el “capo” responsable de las canchas del Monumental. “Le dije al alcalde voy a ir a buscar a Ceballitos, ¿Cómo vas a ir? ¿Crees que va a venir?”, fue la respuesta que recibió.
Tras convencerlo de ir a Constitución, aprendió con un profesor aventajado, el oficio. Cada 15 días, Colo Colo jugaba de visita y “Ceballitos” inspeccionaba en terreno las técnicas que aplicaba Bustamante en el Enrique Donn. A veces no avanzaba todo lo rápido que esperaba, pero poco a poco, se fue convirtiendo en un maestro, digno sucesor del hoy desaparecido canchero del cacique.
Tanta fue la fama que adquirió que nuevos proyectos llegaron. Tres canchas más en la zona le fueron encomendadas y Constitución se convirtió en sitio habitual para pretemporadas: Colo Colo, Unión Española, Palestino, Universidad de Concepción, Santiago Morning, Ñublense, Audax Italiano y Santiago Wanderers, entre otros equipos, llegaron a la ciudad para sacarle trote a sus jugadores y aprovechar las habilidades de Bustamante.
Su nombre siguió creciendo y llamó la atención de Fernando Díaz y Rubén Espinoza, quienes firmaron en Cobreloa en 2004 y lo recomendaron. Emigraría a Calama con la misión de cambiarle la cara a la cancha del estadio municipal. “Dejo Cobreloa el 2007 y me voy con Fernando Díaz a Antofagasta, con el tremendo desafío de arreglar esa cancha que por años había sido mala”. El discípulo de Ceballitos seguía creciendo.
El encuentro con Marcelo Bielsa
Tras arreglar la cancha del por entonces llamado Regional de Antofagasta, a fines del 2007 asume en Cobreloa Gustavo Benítez, quien le pide que regrese a Calama. “Cuando se va, me dice no me siga, acá está su futuro, usted es muy profesional en su trabajo”.
Así, se encontraría viviendo en la nortina ciudad cuando en abril de 2008 arribó Marcelo Bielsa, junto a la selección chilena, pensando en los duelos clasificatorios frente a Bolivia primero, y luego ante Venezuela, ambos en condición de visita. La “Roja” buscaba aclimatarse a la altitud y el rosarino exigía exclusividad durante ocho días, lo que complicaba el trabajo de Cobreloa. El camino a Sudáfrica demandaba máxima concentración.
“Era un tipo de canchero antes de Bielsa y otro después. Un tipo tan preocupado y dedicado a todo, le encantaba que la cancha fuera una verdadera mesa de billar, sus trabajos no tenían porqué dañar la cancha. Decía que en su trayectoria nunca había conocido un tipo más dedicado a una cancha de fútbol que yo. Así como el dedicaba horas al fútbol, yo también dedicaba horas a la cancha. Hasta 14”.
Pero ese esforzado canchero desobedecería al técnico de la selección chilena y permitiría que los naranjas entrenaran en el recinto, pese a que el entrenador la ocupaba a partir de las 10 de la mañana y luego retomaba los trabajos a las 16:00 horas. Por esos días, todavía los loínos estaban bajo la dirección técnica del paraguayo Benítez.
“-Estaba un poquito desmotivado porque no podía hacer su trabajo. Le dije, profesor, ¿usted puede entrenar a mediodía?”
-“Pero claro Patricio, yo me arreglo el horario” – recibió como respuesta del estratega guaraní. “Hágale, entrene a mediodía”.
Bielsa desconocía que Cobreloa practicaba a mediodía, pero en la segunda jornada de la roja en el desierto, el conductor del combinado nacional pidió hablar “con el señor Bustamante”. “Me llamó y me dice, quiero que me cuente una cosa, ¿Cómo hace para mantener la cancha?”.
-¿Por qué don Marcelo, algún problema?-
“Porque supe yo que Cobreloa está entrenando aquí a mediodía con la autorización suya, la respeto”, me dijo.
¿De verdad profesor, no se molesta? – “Usted es el profesional, Cobreloa merece entrenar acá, por eso lo felicito”.
Al día siguiente, la sorpresa de Bustamante sería mayor. El estratega llegó con un bolso con indumentaria de la selección. “Tome señor Bustamante, es para usted, se lo merece, si necesita algo más me lo dice. Dos camisetas rojas, dos blancas, dos parkas, dos buzos. Nunca un técnico, que he sido más amigo de ellos, me ha regalado nada, nadie ha tenido ese gesto, al segundo día que me conoció”.
Durante los ocho días que permaneció en Calama, Bielsa recorría la cancha con Patricio Bustamante. “Me decía, creo que usted tiene algo que no me quiere decir. No profesor tengo esta maquinita, que importé de Italia, un sacabocados que se usa para los campos de golf”.
Con ese implemento, el canchero luego de detectar un problema en la superficie, retiraba de inmediato el hoyo y ponía un parche. Luego regaba y quedaba impecable. No se notaba. “Ese trabajo ellos no lo veían, lo hacíamos terminado el entrenamiento”, revela.
Bustamante asegura además, que el seleccionador mandó a sacarle “como mil fotos a la máquina” y que finalizada la preparación para los duelos clasificatorios, le hizo una promesa. “Si yo en esta pasada obtengo seis puntos, voy al mundial, anótelo. Usted se me va a Juan Pinto Durán, cuando vuelva de Venezuela lo quiero allá. Yo clasifico al mundial y me despido en su cancha, tiene harto tiempo para que la siga mejorando”.
El resto de la historia es conocida, Chile sacó los seis puntos y clasificó con holgura. “Le comenté esto a los periodistas de acá, Chile clasifica y hacen el programa de todos los amistosos previos a Sudáfrica. No figuraba Calama, todos me decían ¿y tu papá? Te falló. Tranquilos, tranquilos, aquí estoy ordenando la casa”.
La Roja jugó ante Zambia en Calama y se impuso por 3 a 0 en la previa de la cita en tierras africanas. En Juan Pinto Durán quedaron al menos 10 sacabocados…
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