Mucho ruido, pocas nueces. Los adagios populares contienen una sabiduría que pese al transcurso de los años sigue vigente. Y en el caso de Rangers de Talca, el dicho con el que comienzan estas líneas aplica. Insistimos, mucho ruido pocas nueces.
Desde que cayó a la B en 2013 y volvió a manos de empresarios talquinos, en la capital de la región del Maule se habla de la operación retorno. Pero el discurso no ha sido acompañado de acciones, las palabras se las lleva el viento, pasa el tiempo y la centenaria institución rojinegra sigue sin levantar cabeza.
En 2014 supuestamente se pelearía por ascender; la realidad fue dramáticamente opuesta. Solo al final del torneo Rangers pudo asegurar la permanencia en la categoría. La misma retórica acompañó los preparativos de la temporada 2015-2016. Carlos Rojas no le dio una fisonomía al equipo, fue reemplazado por el argentino Héctor Almandoz, aunque finalmente se estuvo lejos del protagonismo que se le exige a los rojinegros, cayeron en la llave ante Puerto Montt en postemporada y el sueño de ascenso se esfumó una vez más.
La presente competencia suponía el inicio de una nueva ilusión. El comienzo no fue del todo malo e incluso los rojinegros comandaron la tabla. Pero el espejismo duró poco, la falta de experiencia de Almandoz le pasó la cuenta, se comió una goleada de proporciones ante un Cobreloa que no sabía de triunfos y poco después dejó el equipo, tras caer frente a San Marcos en Talca. Los casos de indisciplina y diferencias con jugadores fueron archicomentados en la ciudad.
Víctor Rivero trató de dar vuelta la situación. Comenzó esperanzadoramente con un claro triunfo ante Ñublense en Chillán. Pero luego se derrumbó, no fue capaz de ganarle a Deportes Valdivia en Talca, cayó frente a Deportes La Serena y solo igualó con el colista Unión La Calera. Esperaba sacar al menos 10 de los últimos 12 puntos en disputa pero solo consiguió cinco, lejos de las expectativas.
Hoy los piducanos miran desde lejos al líder, Curicó Unido. Son 13 las unidades que los distancian. Otrora animador de las competencias del ascenso, a diferencia del albirrojo, la historia ahora parece sonreírle a su rival de la región que crece y crece, mientras que Rangers vive un periodo de decadencia paulatino. La institución le debe un título, ya no de Primera B, si no de Primera División a sus fieles hinchas, pero eso no se habla ni se pone en la mesa a la hora de conformar el plantel. El conformismo se nota. Los nuevos rojinegros crecen escuchando las hazañas de la lejana década del 60′, cuando Rangers era protagonista en primera e incluso llegó a jugar una Copa Libertadores en 1970. También se habla del Rangers 83′, del presente mejor ni comentar.
Mirar a Rangers en cancha es mirar a Rangers también en el trasfondo, en la interna. Un equipo abúlico, sin un claro referente. Mariano Celasco parece ser el jugador que encanta al rojinegro, por su entrega y pundonor, pero para desgracia de los maulinos, ha estado una parte importante del torneo lesionado. Bruno Romo, de excelente nivel en las dos pasadas campañas, terminó perdiendo la capitanía por un incidente fuera de la cancha. Además, no habla con los medios. En Talca históricamente, el capitán de Rangers ha sido y debe ser referencia, la voz fuerte del camarín.
El conformismo es abismante, agotador y se nota también en el público. Hoy Rangers mueve generalmente alrededor de 2.500 fieles que llegan cada 15 días al Fiscal, con fervor casi religioso a esperar un milagro que revierta la situación. Antiguamente, el Fiscal solía ser una caldera y la gente hacía sentir la localía, tal vez de modo entendible se cansaron de escuchar las mismas monsergas. En el fútbol no hay recetas mágicas, hay trabajo serio, planificación y dedicación. La cantera de Rangers no produce jugadores de renombre desde Nicolás Peric o Carlos Garrido. Ángelo Sagal solo explotó una vez producido su pase a Huachipato, institución que destaca por su trabajo formativo.
La falta de un goleador en estas últimas temporadas ha sido un pecado casi tan grande como la ausencia de un diez de jerarquía. El equipo que subió en 2011 tenía a jugadores del nivel de Cristian Milla y Cristian Maidana en ofensiva, o Javier Capelli y Marco Villaseca en medioterreno. Nicolás Trecco y Jefferson Castillo han estado lejos de ser el conductor que Rangers necesita. Tampoco se ha dado con una posición clara para el mayor talento que tiene la institución actualmente, Joaquín Verdugo. Así difícil pedirle goles a Sergio Comba, artillero que se aburrió de anotar en otros equipos pero que en Talca debe lidiar siempre de espaldas al arco.
Pasan y pasan los años, Rangers sigue en la B, acostumbrándose como lo hicieran otras instituciones que alguna vez animaron en primera. Coquimbo, La Serena, el propio Cobreloa aunque con menor tiempo este último en el ascenso. De no mediar una reacción pronta, los actuales dirigentes tendrán el dudoso honor de pasar más de tres temporadas seguidas en la B, algo que no transcurre desde 1995, cuando los piducanos esperaron hasta el 97 para ascender y además, deberán explicarle a su gente porque su vecino, Curicó Unido, un rival que estadísticamente es menos que Rangers, hoy parece tan sólido y tan superior. Parece ser que Rangers se acostumbró a la B.