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Todo sirve: Copiapó tiene su propia piscina portátil para la frioterapia, clave en la recuperación de los jugadores

“Ya están todos mis jugadores adentro del hielo, tenemos piscina que traemos nosotros, la recuperación es hielo hoy, hielo mañana”.

Esta frase, que pasó casi desapercibida en la conferencia de prensa de Héctor Almandoz tras el primer triunfo de Deportes Copiapó en la liguilla de ascenso -sobre Barnechea- revelaba la importancia que ha tenido un aspecto específico en esta liguilla de ascenso: como recuperar rápidamente a los jugadores, dada la apretada agenda que han debido afrontar.

Claro, todos los detalles cuentan y el ingenio también sirve. Pocos días después, la cámara fotográfica de Primera B Chile, capturaba la piscina portátil que efectivamente, estaba a disposición del plantel de Deportes Copiapó. Es simple, los jugadores se someten a sesiones de hielo, soportando bajas temperaturas. Se sufre un poco al principio, pero viene bien a la hora de superar los golpes propios de la competencia.

“Es algo complicado porque hay que tener en cuenta la diferencia de edad de los jugadores, los jugadores más jóvenes se recuperan mucho más rápido que los grandes, le damos mucha importancia a la recuperación, es así que ni bien termina el partido, metemos piscina de hielo, hacemos frioterapia, al día siguiente después que los jugadores se alimentaron, recuperaron durmiendo, tenemos una sesión cuyo objetivo principal es la recuperación“, comentó a Primera B Chile, Tomás Di Lorenzo, preparador físico de Deportes Copiapó.

El profesional detalló que “nos basamos en un protocolo que tenemos armado con Francisco Castro el kinesiólogo, que se basa en liberación miofacial, masajes con rolos, pelotas duras y demás, seguido con movilidad, una recuperación activa de un aeróbico de baja intensidad sin impacto porque el partido a veces los deja muy golpeados, sigue con masoterapia, vinieron unos kinesiólogos a darnos una mano haciendo masajes y finalizamos con frioterapia, diez, doce minutos más menos, consideramos que ese protoloco es lo más adecuado para lo que tenemos hoy”.

Hay que aguantar el frío; aproximadamente, se llega a los diez grados. “Estamos diez, doce minutos ahí dentro, algunos jugadores, los que lo pueden tolerar los llevamos a unos 15 o casi 20 minutos, cuando salen tienen una buena percepción, el frío les da un efecto analgésico, además de un efecto desinflamatorio por los microtraumatismos que da el mismo partido“, revela Di Lorenzo.

Sirve, funciona. Así lo exponen los futbolistas. “Es una temperatura baja que ayuda a los que tenemos golpes, a desinflamar la zona y a bajar un poquito el dolor. Hay veces que se siente harto, cuando lo hemos hecho más cerca de la noche, ahí es un poco más frío. Puede ser una sensación de relajo, menos fatiga”, expone José Tiznado. “Es un efecto más profundo que poner hielo en una zona local”, agrega.

Eduardo Puchetta coincide. “Te cagás (sic) de frío pero después, cuando el cuerpo se acostumbra, pasa y después te recupera bien para llegar a los partidos. Te sientes cansado de las piernas, te relaja y al otro día te sientes bien, son partidos cada cuatro días y hay que hacer hielo para que te recuperes mejor“, asume el mediocampista.

Ingenio y sacrificio se conjugan en un plantel y cuerpo técnico que pretende escribir una gran historia.

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AUTOR ESPECIALIZADO

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