El arbitraje chileno está en el punto de mira y a través de una carta, Patricio Blanca, ahora ex juez, aborda el momento del arbitraje nacional. Y las dudas sobre el cometido de los referis son más que razonables. Basta recordar el escandaloso penal que inventó Francisco Gilabert en la promoción entre Deportes Copiapó y Huachipato -en favor de los acereros- para no solo encender las alarmas, entrar de lleno al terreno de la escasa decencia que está marcando el momento del referato nacional. El reportaje de Tribunaandes.cl, que deja de manifiesto una serie de presiones que habría sufrido Gilabert para favorece al cuadro de la usina.
Es tal el nivel al que se ha llegado que hay jueces que se decidieron a hablar. Uno de ellos, el recientemente defenestrado por Javier Castrilli, Patricio Blanca. El ahora ex juez profesional, escribió una carta en la que expuso, principalmente, los valores que debiesen inspirar el desarrollo de la labor de los hombres de negro.
“Comienzo diciendo a mis colegas. Un árbitro no deja de serlo, aunque no le permitan entrar a un campo de juego a dirigir un partido. El sentido de la responsabilidad de administrar justicia y representar los valores que lo sustentan es algo que, desde el pitazo inicial en el primer partido de nuestra carrera arbitral, te hace llevarlo consigo toda la vida”, apuntó de entrada Blanca.
“Un buen árbitro de fútbol puede considerarse así, por de los laureles, categoría o talento que tenga. Pero para SER un árbitro (no confundir con parecer) lo primero y antes que todo, un árbitro debe ser: HONESTO (que actúa rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral), DIGNO (Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden) y VALIENTE (Que actúa con valor y determinación ante situaciones arriesgadas o difíciles). Todo lo otro se evalúa después y se entrena hasta obtener el logro máximo dependiendo de las capacidades de cada uno”, añadió.
En esa misma línea, Blanca afirmó que “sin éstos valores, aunque se logre participar en la más alta competencia o se obtenga la más dorada de las medallas, nunca se podrá sentir la satisfacción real por el trabajo realizado. Obviamente es muy diferente dirigir una final de fútbol profesional a estadio lleno que un partido de inferiores con unos pocos apoderados a un par de metros de la línea de banda… pero la satisfacción interior de haber cumplido tu labor honesta, digna y valiente es la misma. ¿No me cree? Un solo ejemplo de esto es cuando rememoras tu debut en cada categoría o el partido en que te sentiste libre de aplicar todos tus conocimientos y funcionaron. ¿Fue en tu debut en la categoría sub 17? o ¿Fue en la final de copa libertadores? Cierto que sí. Las medallas y el dinero por supuesto que hacen la diferencia material y la estimación de los demás hacia tus logros, pero hablando sensatamente entre nos… los 30 mil pesos que te pagaron en sub17 o los miles de dólares que te pagaron en la final de copa libertadores ¿Hacen la diferencia en tu esencia interior de haber sentido el real orgullo de ser el árbitro honesto, digno y valiente de ese partido? Ya sabes la respuesta”.
Nos extenderemos en la cita, pero nos parece importante dar espacio a lo que plantea Blanca. “Éstas últimas semanas institucionalmente hemos vivido la peor de nuestras crisis. Si, la peor de todas. Y yo, un árbitro que hasta el 3 de marzo para algunos pudo ser un modesto juez de Ascenso; o para otros un juez avezado con cuatro temporadas en Primera División, ex árbitro finalista de copa del mundo de fútbol playa y con 20 años de trayectoria que dirigió a grandes jugadores; o para otros un colega que siempre colaboró y aconsejó sin envidia al colega que veía con talento; o para otros el colega que debió haberse retirado el año pasado o bien a fines de este 2022 con 40 años de edad; o para otros un entrometido y que les caía mal hasta mi forma de caminar. Si, éste árbitro el jueves 3 de marzo de 2022 a las 16:45 horas en la sala de reuniones del 2do piso de la ANFP ante quienes decidieron poner fin a mi carrera, en su cara les dije: “Lamento profundamente haber sido despedido mientras realizaba una acción sindical en la que no buscaba ninguna cuota de poder, solo buscaba el bien y la honorabilidad de mis colegas” y “Que ante éste acto vergonzoso, voy a luchar para que nunca más un árbitro vuelva a pasar por esto y voy a transparentar la labor (si se le puede llamar labor) de cada uno de ustedes y de todos los que provocaron todo esto”. Teniendo como única respuesta el silencio de los presentes”.
“Podrán haber despedido a Raúl, a Omar y a mí, pero la moción de ésta causa no se acaba y prendió con todo, motivada por el despertar de la esencia misma de los valores arbitrales que habitan en cada uno de nosotros y eso no lo detendrán, aunque despidan a 30 de mis compañeros. Lo he visto en los ojos de cada árbitro y árbitra que me encontrado éstos últimos días, incluso en aquellos que me han reconocido que han solicitado o han recibido un beneficio poco loable como un bono, un crédito, una designación, un ascenso o un parche internacional. Y les digo a ellos, que no los juzgo en lo más mínimo. No somos seres infalibles y ninguno de acá puede levantar la primera piedra, y por supuesto me incluyo. Solo que ahora les digo, sean dignos de lo que obtuvieron demostrándolo dentro y fuera de la cancha. Y los demás tendremos que entender que esta vez, como pasa en cualquier ámbito de la vida el mérito y la suerte a veces no convergen con lo que consideramos justo. Ante ésta crisis sin precedentes, nadie va a venir mágicamente a solucionar esto. Todos somos responsables y tenemos que sobreponernos nosotros mismos, limpiar toda nuestra institución y nuestra propia alma. Pero eso sí, excepto con quienes conozco en detalle sus antecedentes y que además han contribuido directamente a ésta debacle. Obteniendo beneficios personales y cuotas de poder que han ido deteriorando nuestra institución y sus valores. Personas que no se les arruga ningún músculo para mentir una y otra vez, superados por la pereza, la deshonestidad y por haber tenido la fortuna de estar en el momento y lugar preciso para estrujar y sacar provecho del sacrificio ajeno. Si, que se vayan todos esos, que se vayan todos los que con una mano ayudaban y con la otra recogían las regalías para mantener sus privilegios y satisfacían sus ansias de poder, que se vayan todos los que con un verso cantinflero hacen creer a los bondadosos habidos de un discurso mesiánico y que en lo profundo de sus palabras esconden los más maliciosos intereses”.
“Si éstos aún consideran que tienen un poco de dignidad, tomen ese poco de dignidad que queda y llévensela para su casa. Como lo dije antes, lucharé y no descansaré para que ningún árbitro vuelva a pasar por lo que yo aún estoy viviendo. Esto no es un despecho por haber sido despedido. Perfectamente me hubiese resignado a que se determinara el final de mi carrera en estos últimos 5 años que me quedaban para cumplir la edad límite arbitral como ha ocurrido en cada final de temporada con otros colegas. Pero en un hecho sin precedentes en la historia del arbitraje chileno se pone fin a mi contrato unilateralmente en la 5ta fecha del campeonato, coincidentemente cuando lideraba una acción de censura contra la directiva sindical, coincidentemente donde 6 días antes de mi despido envié un correo masivo a todos los árbitros citándolos a una asamblea sindical auto convocada por los propios socios y coincidentemente el mismo día cuando hacía público en un medio de comunicación mis intenciones de contribuir a la transparencia del sindicato recibía un correo electrónico citándome para ese mismo día en un par de horas más a la primera e inédita reunión que tenían conmigo en los seis meses de vigencia de ésta administración y que al llegar a dicha cita me enteré cuál era su real finalidad. Además, en dicha reunión cuando se anunció mi desvinculación solicité en tres oportunidades la causa legal de mi despido y la respuesta fue: “Yo no estoy aquí para responder preguntas, solo remítase a firmar el documento” (documento que por supuesto no firmé) y después por distintos medios de comunicación públicamente se enumeran improvisados argumentos de despido, sin sentido, ni congruencia alguna en relación a la también improvisada causal descrita en el papel que llegó al día siguiente a mi domicilio”.
“La decepción que siento es absoluta. El descontento con estas personas que han desmoronado lo que tanto les costó construir a los que nos antecedieron, es generalizado. En el futuro no podemos tolerar de alguien interno o externo, que nos dicte por ejemplo frases como: “Ustedes (los árbitros) se deben a los presidentes de los clubes”, con el respeto que se merecen los dirigentes de los equipos a quienes les impartimos las reglas del juego… yo les digo a mis colegas “Nosotros nos debemos siempre en primera instancia a la justicia deportiva basada en los valores y las normas de éste deporte. Y no a los intereses particulares de las camisetas que están juego”. Lo anterior pudiese abrir la puerta a situaciones de las que son muy difíciles de soslayar. La desilusión no es solo de los árbitros, el medio que nos rodea ha podido mejor que nosotros separar la paja del trigo. Arremetiendo directamente contra quienes han usufructuado maliciosamente al interior de nuestra institución, así como el ejemplo de lo publicado en los medios de comunicación durante ésta semana, esto se podría repetir una y otra vez… y con justa razón. En nuestros hombros se sostiene la base moral de este juego, he ahí el interés de todos los que involucran su pasión desde cualquier área del fútbol. Y mientras los justos ofrendan dignamente sus nombres y reputaciones ante la adversidad, los reales pecadores en cambio se escudan y esconden como simples cobardes. Nosotros los árbitros, que en esa fracción de segundo tenemos para decidir, acertaremos la mayoría de las veces, pero en algunas nos equivocaremos hoy y mañana. Y nosotros debemos profesionalmente ante la exigencia actual del fútbol, trabajar, pero trabajar en serio para disminuir esos errores. Y aún incluso en el inevitable error arbitral (ojalá el mínimo porcentaje posible) el medio no pierda en nosotros la credibilidad de lo honestamente obrado. Por esto, debemos reconstruir esa credibilidad que hace que nuestras decisiones sean respetadas”.
“Así como tenemos la misión de hacer cumplir las reglas a otros, debemos predicar con el ejemplo cumpliendo con las reglas en nuestra propia casa. Antes de finalizar estas palabras quisiera mencionarles que, a pesar de lo vivido últimamente sería un mal agradecido no reconocer lo mucho que el arbitraje me ha entregado. Por lo que, les comunico que ante lo último que tengo como derecho sindical al finalizar mi vínculo laboral como árbitro profesional que es el fondo de retiro al que contribuí mes a mes desde su creación. Siento que no me pertenece, por lo tanto, haré las gestiones (en el próximo mes) para traspasarlo en indumentaria o artículos deportivos para los árbitros que están iniciando sus carreras y que no cuentan con un auspiciador que los provea. Estimados colegas, aunque entre nosotros siempre vamos a tener las normales diferencias como lo es en cualquier institución, hoy puedo decir que en ésta causa ya no solo somos un puñado de jueces románticos los que estamos luchando por mantener vivo los pilares que sustentan nuestro emblema, no es el 25% ni el 50%… son la gran mayoría de los árbitros y árbitras que se han dado cuenta de forma honesta, digna y valiente cual es el lado correcto de la historia. Historia que ahora ellos mismos quieren escribir”.
Sin duda, la carta de Blanca, no puede pasar desapercibida…
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