Por Ariel Silva Cuello
¿Qué ha hecho nuestro país para darle la importancia necesaria a este coloso regional? Cuando estuvimos cerca de una remodelación digna, se revelaron incompetencias, burocracia y nula solución de parte de las autoridades. Es tiempo de “dar vuelta el partido”.
Como estas historias, hay miles más que rodean el mítico e histórico mundialista. Pero nos preguntamos hoy: ¿qué ha hecho nuestro país para darle la importancia necesaria a este coloso regional? Cuando más estuvimos cerca de ver una remodelación digna, nos imaginamos un cambio significativo al evidente deterioro, donde muchos soñamos con un estadio techado para ver un espectáculo bajo sombra (considerando lo fuerte que es el impacto del sol en la ciudad). O pensamos que se incrementaría la capacidad para optar a competencias internacionales, como una Copa América o, por qué no, ver a nuestro San Marcos de Arica en una Libertadores o Sudamericana sin tener que desplazarse a otra ciudad por no cumplir los estándares mínimos que te exige FIFA para un evento de esta envergadura .
El afán de esta columna no es buscar culpables ante la negligencia de algunas personas por destruir uno de los patrimonios históricos nacionales y del fútbol mundial; más bien el objetivo es compartir una opinión de muchos.
Preguntas en busca de propuestas
¿Cómo entendemos que personas de afuera, en su postura de expertos, llegaron a la ciudad a construir su propia versión de estadio? Fue frustrante. Cambiar lo que fue la historia con una “remodelación”, sin pasar por filtros ni consultas ciudadanas, hace creer que realmente somos pisoteados como ineptos provincianos. Entre 4 paredes, las autoridades de gobierno festejaron lo que es para ellos fue un avance importante en la red estadios de Chile, no obstante ¿era realmente lo que deseaba el ariqueño?
Es verdad hubo una evidente remodelación. Sin embargo, no basta con butacas de colores y refaccionar interiormente el complejo, lo que quiere la gente es que se trate con respeto y seriedad lo que debería ser hoy, por historia, el segundo estadio más importante de Chile. ¿Dónde quedó la mística y la esencia del Dittborn?
¿Cómo es posible que hayan destruido y tapado el túnel de la salida de los jugadores, que era parte de la ceremonia de cada partido? Era un emblema importante, donde los amantes del futbol saben que era de los más parecido al túnel del estadio Centenario de Montevideo (Uruguay). Un trayecto donde el rival ya sabía que la hinchada local sería una pesadilla y, camino al gramado, sentía las vibraciones y los ecos de los cánticos.
¿Cómo es posible que no podamos tener un museo donde encontremos lo que fue la gesta histórica del mundial de 1962?, ¿O encontrar la historia del club ariqueño? Es más, un museo donde podamos compartir la creación de un estadio en que toda una ciudad se comprometió “gota a gota” para tener pasto en el desierto.
Lo que más llena de impotencia es que turistas, tratando de llegar al estadio, no vean por ningún lado el nombre de “Carlos Dittborn” en la entrada principal, porque -obviamente- no fue considerada en los planes de remodelación. He visto con propios ojos como extranjeros (colombianos y rusos), o simplemente amantes del mundo fútbol, quieren una foto con el personaje mundialista y consultan por todos los lados donde comprar un recuerdo o souvenir del Mundial.
lee también:
La verdad, más que triste, es decepcionante ver como todos los estadios en Chile crecen su capacidad de acuerdo a su población. Por ejemplo: el estadio Elías Figueroa de Valparaíso pasó de 18.500 a 25.000 personas y el Sausalito de Viña del Mar pasó de 18.000 a 21.000. Y podríamos mencionar más casos, como el Esther Roa de Concepción con capacidad para 33.000 personas, el German Becker de Temuco para 18.500 y el de Antofagasta para 22.000. De acuerdo a estas variantes, el Carlos Dittborn -un recinto mundialista e histórico- debería aumentar su capacidad a lo menos un 50% más de lo que fue creado. Fue construido para una capacidad de 24.000, con la refacción quedó para 18.500 y, finalmente, desde 2014 contamos con un aforo máximo de 9.500 personas. Es decir, una burla.
Por un lado, reconocemos que se expandió la pista atlética; por otro, se dirá que antes no habían butacas y que actualmente estamos cómodamente “sentados”. Bien por ambas cosas, pero lo anterior no puede ser en desmedro de la historia. Recordemos: en los años 80, todos los partidos en primera división de local se jugaban a estadio lleno. A pesar de los años, seguíamos con un promedio cerca de las 10 mil personas por encuentro. Deportes Arica sería la tercera plaza más grande de Chile y la primera a nivel de ciudad en lo que a fidelidad de la gente se refiere. No olvidar partidos épicos del 2012, donde habían que hacer filas interminables para comprar una entrada y cuantas anécdotas más que ya no se volverán a repetir, porque el estadio hoy nos queda chico.
¿Cómo no recordar las maquetas donde figuraban techos rodeando el estadio, con una segunda bandeja en el sector Andes para complementar una capacidad acorde a la ciudad?
¿Por qué el exterior del estadio no es celeste o azul, colores que identifican a nuestro club? Pero no, tiene una tonalidad café. Absurdamente se habla que fueron pintados así por la genial idea de hacer un homenaje al desierto. Qué barbaridad.
Podríamos decir que ahora tenemos ascensores, que recién este año pudieron ver actividad ante una nula mantención anterior.
Podemos decir que hoy tenemos una sala de conferencia, que nunca lograron salir voces de sus parlantes.
Podemos decir que tenemos audio en todo el estadio, siendo que nunca funcionaron en su totalidad, salvo en el sector Pacifico.
Podemos decir que tenemos baños con normativa FIFA, que aún no pueden operar completamente; es más, quienes vamos al estadio hacemos fila para poder usar el único lavamanos disponible.
Podemos decir que implementamos 2 pantallas gigantes situadas en las torres de iluminación, donde por fin veríamos el marcador de forma digna (jubilando al viejo y querido marcador de ampolletas hogareñas). Pero no, jamás verían la luz tras una serie de incompetencias, de burocracia y nula solución de parte de todas las autoridades involucradas. Resultado: el mes pasado fueron desarmadas, quedando solo la amargura de cómo la gente que no quiere a la ciudad se ríe frente a nosotros.
Lo cierto es que hoy, más que respuestas sobre cómo pasaron estas cosas, necesitamos entablar propuestas reales y transformemos el recinto Mundialista.
El Carlos Dittborn debería tener el respeto de Monumento Histórico Nacional.
El Carlos Dittborn debería ser una parada obligada de los turistas que aterrizan en nuestra ciudad.
El Carlos Dittborn debería tener un Museo, donde compartir las historias del mundial del 62 y de nuestra ciudad con su rica cultura.
Por favor, démosle la dignidad que se merece nuestro estadio poniéndole el nombre de Carlos Dittborn en el frontis.
Y soñemos en grande: aumentemos la capacidad para ser considerados en grandes eventos deportivos y culturales, tanto nacionales como internacionales.
Es clamor de multitud. Es tiempo de “dar vuelta el partido”. La frase de Carlos Dittborn está más vigente que nunca: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”.
Nota Publicada en el Sitio El Morrocotudo.cl
Permitida su reproducción por el autor
También podría interesarte: San Marcos derrotó a Cobresal y sumó tres puntos de oro en la lucha por la permanencia
Municipalidad confirmó que el estadio estará disponible: San Marcos recibe a Cobresal el domingo a las 16:00 horas