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De la cancha al taxi: compartiendo con Jorge Díaz, el cesado técnico de Unión La Calera

Por @Pablo_sepúlveda

Uno de los grandes temores en Chile -lamentablemente- es perder la fuente laboral. No solo se trata de un golpe a la autoestima, también cambian las condiciones económicas, la red de protección social es débil, tenue, casi insignificante. Por lo mismo, se convierte en un problema mayor para cualquier trabajador en esta larga y extensa faja de tierra.

Duele aún más cuando te alejan de la pasión de toda una vida y se hace extremadamente complejo de sobrellevar cuando las razones son por decirlo menos, complejas, extrañas, casi ridículas. Es el caso de Jorge Díaz que tras ayudar a su club, Unión La Calera, firmando la planilla en lugar del hoy cesado técnico argentino Mario Pobersnik, se quedó sin trabajo. Sus declaraciones a nuestro medio, en las que criticó a la actual dirigencia cementera por su gestión administrativa, no pasaron desapercibidas y debió dejar a un club al que dice querer con pasión.

Pero los tiempos difíciles también ponen a prueba el temple y Jorge es un hombre de carácter, sabe de adversidades y no se achica. Dice estar tranquilo y aunque no esconde sus deseos de regresar a la actividad – ctualmente está aportando en la coordinación deportiva de Ferroviarios y viendo jugadores para el próximo año- también ha encontrado otro quehacer para salir adelante.

Su taxi, el que ya manejaba en la época de entrenador de cadetes de los cementeros, se ha convertido en su principal actividad económica. Afirma que le da libertad y que además le permite generar tiempo para todo, aportar en “Ferro”, compartir con la familia y jugar fútbol con los amigos.

Sigue residiendo en Pedro Aguirre Cerda. La comuna cuenta, está plagada de ex futbolistas. De hecho nos presenta a dos de ellos en un negocio que está a pocos metros de su casa. Nelson San Martín, ex profesional de Universidad de Chile y Patricio Martin, quien defendiera las camisetas de Rangers y Unión La Calera, además de Arica.

Antes de eso, gentilmente el “profe” Díaz nos recoge en su taxi en el terminal de Santiago, nos lleva a dar una vuelta por Pedro Aguirre Cerda, pasamos por la cancha de Ferroviarios para arribar al hogar de sus suegros a menos de dos cuadras de su propia casa.

De ahí al negocio a hablar de fútbol con sus colegas. Las historias y recuerdos se suceden, San Martín y Martin coinciden: el fútbol ya no es lo que era antes, se ha perdido el aspecto social, tampoco hay apuesta en los cadetes, eso nunca ha pasado, aclaran.

Llega la hora del almuerzo en casa de sus suegros. “Mi suegro me enseñó a reír”, confidencia. Pronto comprobaremos la razón. Durante la hora que dura la comida, el hombre no para de contar anécdotas, las bromas hacia la suegra de Jorge no cesan. La señora no se queda atrás y las respuestas llegan de inmediato. Tiene un sentido del humor irónico, mordaz y también pícaro. Jorge no para de reír. Ha sido una grata comida, no solo por la calidad de la misma, sobretodo por la excelente compañía.

Llega la hora del diálogo directo. Abrimos los fuegos y consultamos las razones de su despido. “Estaba Sebastián Opazo y el abogado, me hablaron de la entrevista que había dado al portal. Se tomaron a pecho la falta de comunicación que acusé. Han sido demasiado cerrados, Mario no presentaba registros de haber dirigido en Primera A o B en Argentina”, afirma en relación a la insistencia por contar con Pobersnik como entrenador pese a la negativa del INAF.

Díaz insiste además en que el fútbol joven de La Calera ha sido descuidado. “No tenemos nada y si nos quitan algo vamos a seguir siendo pobres. Hay gente del cuerpo técnico que vivía en una casa, se la quitaron, son detalles que van mermando para rendir más con los jóvenes”.

Durante la conversación, reconoce también que extraña dirigir, sobretodo “el olor a cancha, estar con los jugadores. No me gusta andar peleando, traté de dejar las puertas abiertas porque todos nos podemos equivocar, a lo mejor debí haber especificado más que había falta de comunicación”, afirma en relación a la primera nota que realizamos, para luego insitir “el club eso sí, sigue hundido en lo económico aunque ellos dicen que las platas están más claras”.

Tanto fue el cariño por la institución que incluso, durante sus cinco años dirigiendo, soportó varios sinsabores. “El primer año me quedé allá pero no nos pagaban, durante la administración de Luis Núñez. Sabíamos que en dos meses más nos iban a pagar, teníamos que arriesgar. Después fueron pasando los años, me quedé en Santiago, manejaba el taxi en las mañanas, a las diez ya estaba yendo a La Calera a trabajar”.

No era por lo tanto el escenario ideal para desarrollar no solo la preparación de jugadores, también para apostar por su propio perfeccionamiento. “El tiempo lo ocupaba diciéndole a los jóvenes que había que mejorar. Después en la noche, hasta las 12:00 o 1:00 me comunicaba con el PF, hablábamos de lo que necesitábamos, de los movimientos, todo relacionado con lo físico, técnico y táctico. Dimos frutos, el año pasado y este llegamos a los playoffs”.

Con todo el sacrificio, no pierde la esperanza de regresar a dirigir. “Hay que tener paciencia, me puede pasar la cuenta también porque no soy tan conocido, siempre donde esté le voy a meter pasión y entrega, el sindicato de jugadores me ha ayudado, lo agradezco, hay que tratar de volver rápido al fútbol joven o algún equipo porque condiciones tengo”.

Incluso abre el espacio para regresar a Unión La Calera. Confidencia que “uno está dispuesto a volver, el amor por Unión La Calera va a estar siempre, hay mucha gente buena allá, lástima que nos tocó este proceso con Mario Pobersnik que no podía firmar, hubiese sido distinto si hubiese podido ya que lo habría ayudado”.

Llega el tiempo del regreso, nuevamente al taxi y otro viaje cordial rumbo al terminal de Santiago. El taco nos permite otra conversación, anécdotas familiares, siempre con el fútbol de por medio, que darían para otra nota. El tráfico no avanza y como conocedor de las calles de la capital, me dice, ¡Bájate aquí, si no perderás el bus! A correr entonces, con la grata sensación de conocer un poco más la historia de un técnico que contó su versión y al que su sinceridad le pasó la cuenta. ¿Cuántas vivencias valdrán la pena ser contadas pero permanecen en el anonimato?

Mientras tanto en La Calera…

La conversación con el estratega – para ubicar al lector – se produjo solo a pocos días de su despido del club. Nada ha variado, sigue trabajando en su taxi y colaborando en Ferroviarios. Las opciones de regresar se ven escasas, aunque el sábado pasado en la marcha de los hinchas contra la SADP – que convocó a más de 600 personas- se exigió entre otras cosas, su retorno.

“Uno de los motivos principales de nuestra lucha es ojalá lograr la vuelta de Jorge Díaz después del despido de Mario Pobersnik. Desde un principio supimos que no iba a dirigir, en lo personal me reuní la semana pasada con Jorge para ver la opción de tenerlo en la marcha. Por razones profesionales y personales no pudo estar, tiene hartas ganas de volver”, revela Franco Monasterio, uno de los organizadores de la protesta.

Por ahora Jorge Díaz seguirá conduciendo su taxi y aportando con su trabajo en Ferroviario siguiendo de cerca el acontecer de Unión La Calera que tal como aconteció en Talca bajo la misma administración años atrás, a juicio de hinchas e históricos del club, ha descuidado las tradiciones y símbolos más preciados de la institución.

AUTOR ESPECIALIZADO
Periodista titulado de la Universidad de Santiago de Chile, con experiencia en medios de comunicación como TVN, Radio Biobio y el Canal del Fútbol. Co-fundador de primerabchile.cl Elegido por el círculo de periodistas de Chile como el mejor periodista de regiones del año 2023.

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