Por @Pablo_sepúlveda
19 de diciembre de 2015, minuto 30 de partido. Jovany Campusano y Fernando Saavedra disputan un balón en medioterreno. Es una final. Everton y Deportes La Serena quieren un cupo en la llave que definirá a uno de los ascendidos a primera división.
Ambos van fuerte, pero Campusano saca lejos la peor parte. Fractura de tibia y peroné de la pierna derecha… a olvidarse del fútbol por un buen rato y concentrarse en la rehabilitación…no queda otra.
Prácticamente ocho meses han pasado desde ese momento que seguramente el joven valor de la cantera de Deportes La Serena no olvidará nunca. Ocho meses de una compleja recuperación que ahora está en su recta final. Ha sido un trabajo arduo, reconoce el propio Campusano.
“El proceso en sí es muy largo, que se regenere el hueso es algo mayor porque se tiene que consolidar. Al principio no ves tanta diferencia en una radiografía, va formándose el callo y al cuarto mes más menos, se ve que está pegando. Uno tiene la incertidumbre si está pegando o no, puede haber problemas, a algunos no les pega el hueso y hay que volver a operar”, explica.
“Lo más difícil es que no puedes jugar y que tienes que empezar a caminar, pasas a ser un bebé. Primero lo haces con dos muletas, luego con una, a dar mejores pasos. Recién a los cinco meses empecé a trotar y al sexto me lo quitaron para no darle impacto a la pierna”, revela.
El apoyo de la familia y de los más cercanos ha sido fundamental. También ha contado con un equipo de especialitas, que incluye a expertos en coaching, kinesiológos, médicos y preparador físico. Se trata de un camino muchas veces doloroso, silente, alejado de la actividad que más le apasiona a un futbolista, vestir de corto y sentir la emoción de pisar una cancha. Pero ahora ya está en la recta final.
“No se sabe con certeza la fecha para mi regreso porque uno va mes a mes viendo la radiografía pero más o menos, en un mes debería estar jugando. Lo más que puede durar una fractura es ocho meses, voy a cumplirlos el 21 de este mes (día en que fue operado)”.
Dentro de este compleja travesía, Campusano se ha movido entre Santiago y La Serena. “He estado variando, a los dos meses me vine a Santiago, estuve un mes. Tengo que estar cambiando los controles, lo he hecho allá y acá. Al quinto mes me reintegré al plantel, estuve dos meses con ellos, me vine nuevamente a Santiago a hacer evaluaciones para ver el balance de mis piernas, ahora estoy haciendo más cardio, falta que suelte la musculatura debido al tiempo que estuve sin hacer un esfuerzo físico mayor”.
Tanto ha avanzado en su reestablecimiento físico que incluso ya ha tenido la oportunidad de reencontrarse con un viejo amigo: el balón. “He hecho solamente controles, giros sin impacto, es lo que todavía no me dan el alta. El fútbol es de roce, en La Serena hice los calentamientos, trabajo de potencia, de a poco tengo que soltar los músculos”.
Concentrado en la parte física, el serenense no olvida también otro factor clave en su rehabilitación. Tras una lesión tan grave como la vivida, las secuelas emocionales y psicológicas son probables. “Sinceramente, creo que si va a haber temor, jugadas que uno va a recordar pero tenemos un grupo con el que estamos trabajando la parte física y psicológica que creo que es lo primero. Hay que ir perdiendo el miedo, cuanto me demore lo dirá el tiempo, lo que sucedió está en el pasado, vivo el presente”.
Cuatro meses tardó el “Chucky” como lo apodan cariñosamente sus compañeros en atreverse a mirar por primera vez, la jugada en la que sacó la peor parte ante Saavedra. “Quería saber en que me equivoqué, o en que se equivocó él. Era una jugada evitable pero estábamos en una final. En el momento que vi a Fernando me frené, me apoyé con la pierna derecha, me engancha con la rodilla izquierday me pega un poco más abajo de la rodilla. Me hizo una especie de palanca”.
Hidalgamente, el volante papayero descarta de plano cualquier mala intención del en ese entonces, mediocampista ruletero. “No creo, venía ya con velocidad, en ningún momento le pasó por su cabeza que me iba a pasar algo así, son jugadas de fútbol. Me fue a ver, ha estado en contacto conmigo, estaba triste cuando me pasó porque se sentía culpable, le dije que se quedara tranquilo, que estábamos expuestos a esto”.
No solo Campusano ha debido lidiar con una larga ausencia de las canchas. Joaquín Montecinos, otro joven valor de los granates vivió algo similar solo un par de meses después de lo ocurrido con Campusano. “Hemos estado en contacto harto tiempo, desde que me lesioné, después por desgracia se lesionó el, posteriormente Mauro (Salazar). Vamos comparando la recuperación. Entiendo que iba a entrar a pabellón, tuvo un pequeño problema, la solución era operar. Por lo que sé ve, volveré antes, el se lesionó después, iba súper bien pero el peroné no le ha pegado, operando será más rápido”.”
“El inicio no ha sido bueno pero es solo una mala racha”
Campusano cuenta los días para volver a vestirse de corto y reaparecer en una cancha. Tan cerca ve ese momento que ha tratado de no perderse el inicio del campeonato. El torneo no arrancó para su escuadra, como todos en La Serena deseaban.
“Estuve con mis compañeros desde el inicio, vi los partidos de preparación, es un equipo súper sólido. Es una mala racha, no ha sido bueno el inicio del campeonato como se refleja en la tabla pero partido a partido vamos a ir agarrando la manija, hay varios jugadores nuevos, refuerzos de calidad, tengo fe que vamos a sacar esto adelante”.
Pero así como llegaron importantes elementos, también perdieron a una pieza relevante: Mario Briceño emigró a la U. El salto de su compañero en divisiones menores y en el primer equipo, es otra motivación para regresar cuando antes al fútbol.
“Se abren puertas y se ve que estamos haciendo las cosas bien, que el equipo lo hizo bien. Estoy contento por él porque se le dieron las cosas”. Las puertas se abren y el “Chucky” quiere una nueva oportunidad, su regreso está a la vuelta de la esquina.