Ganó Santiago Wanderers. Sí, pero el dominio fue calerano, el cuadro cementero fue protagonista y la llave está abierta. Si se creen el cuento para la revancha pueden dar vuelta la llave e irse a primera. El carácter será clave porque jugarán con un estadio y una ciudad en contra. Pero por fútbol y físico, pueden.
25 minutos fueron suficientes para que los caturros sentaran supremacía. Clave el trabajo de César Cortés, que con su zurda complicó, hasta que se cansó. Como todo Wanderers, que en la segunda mitad hizo tiempo cada vez que pudo. De hecho, Gabriel Castellón se ganó amarilla y si Eduardo Gamboa hubiese estado algo más severo, se iba expulsado. Por algo, Nicolás Córdova le ordenó agilizar el juego en pleno segundo tiempo.
A esa altura, los porteños ganaban por la mínima con gol de Enzo Gutiérrez, quien marcó cuando el reloj indicaba 25′ de juego. Anticipó a la defensa y con golpe de cabeza superó a Lucas Giovini. El propio Gutiérrez pudo marcar el segundo sobre el final de la primera fracción pero su tiro se fue apenas ancho. Fue toda la producción ofensiva de Wanderers en el partido.
El segundo tiempo tuvo un solo equipo protagonista: Unión La Calera martilló y martilló, pero como la vida, el fútbol no conoce de justicia. Si así fuera, Calera debió al menos empatar. Víctor Morales como centrodelantero en el estertor del duelo refleja el desequilibrio que consiguió el dueño de casa. Si incluso la presión del equipo hizo cantar a la barra, que llegó en menor número que ante San Marcos, complicada por un horario poco adecuado para un día laboral. Tarea para la directiva que deberá trabajar en ese plano y no solo conformarse con los dictámenes del CDF, por algo Wanderers pedirá jugar a estadio lleno. Gestión.
El gol que se perdió Alberto Martínez tras centro de Rafael Viotti quedará en la memoria de los cementeros. Desvió en la boca del arco. Fue la precisión que le faltó a Unión La Calera para reflejar en el marcador, la supremacía que exhibió en cancha. Si afina la puntería, otro gallo puede cantar.
Cabezazos de Morales, uno de ellos besando el tubo izquierdo de Castellón, remates de distancia, desbordes. La Calera era una tromba pero goles son amores y ahí estuvo su gran pecado. Quizás la vuelta de Gonzalo Abán en la revancha pueda darle ese aire que necesita. Rivero no lo hizo mal pero Abán es el titular por algo.
Se bajó el telón y la sensación en zona mixta fue una: la llave está completamente abierta: incertidumbre es lo que mejor define al escenario de cara al próximo jueves. El ascenso para La Calera sigue estando al alcance de la mano. Más que mente, necesita psicología para quebrar a su rival en los momentos claves.
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