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El torneo de la Primera B es lejos en Chile el que tiene más cambios de técnico durante la temporada. Cuatro o cinco estrategas que inician la competencia la abandonan por malos resultados antes que sus contratos se cumplan. Y por ello, es válido decir que en la B, los resultados mandan. Para bien o para mal y de qué forma.

Ya corridas cinco fechas, Jaime Nova, que había reemplazado a Nelson Cossio, debió dejar su cargo en manos de Germán Corengia, exDeportes Concepción. Los mineros del carbón sumaron tres derrotas, una jornada libre, y una victoria, la última ante Deportes Temuco, pero ello no fue suficiente para que se mantuviera “el tiburón”. O sea, tres caídas marcaron su destino y sellaron su salida del club demostrando el gatillo fácil que tienen los dirigentes de la categoría. Peor aún, es la forma. Su sucesor se sentó en la tribuna para ver el último partido de los carboníferos. Desde un punto de vista ético, al menos cuestionable. Y los dirigentes, muy bien, gracias.

Otro caso el de Deportes La Serena que ya en las postrimerías de su paso por Primera División parecía equipo de la B (esto por sus continuos cambios). En la categoría tuvo en el banco a la dupla Vergara-Ponce, luego Marcelo Caro -con el que descendió-; más tarde Gonzalo Benavente como interino, esto antes del arribo de Cristián Muñoz y, finalmente, de Sergio Carmona. Cero continuidad, nula programación, gran improvisación. Canibalismo puro de los dirigentes papayeros.

Hoy el tema de los técnicos se trasladó a la región del Maule. Y si bien el caso de Pablo Abraham, hoy, ya exDT de Curicó Unido, está en la vereda contraria, porque partiría del club por sus buenos resultados (es líder del zona sur y segundo en la tabla general) no deja de ser llamativo. Su probable arribo a Ñublense también acrecienta la estadística de técnicos que no terminan sus “procesos”. No lo hizo Roberto Mariani en Deportes Concepción, ni tampoco Nelson Soto en Unión San Felipe y así muchos más.

Hace pocas horas el presidente de “los torteros”, Luis Silva, reconoció que la partida de Pablo Abraham los tomó por sorpresa y que toda negociación con los “Diablos Rojos” se “hizo a sus espaldas”. Sea esta, quizás, la forma menos adecuada de cerrar un convenio, lo cierto es que Provincial Curicó Unido ya asoma como parte de la estadística de los cuadros que pierden a su estratega. La forma, una vez más cuestionada. El argentino, abandona un equipo en plena campaña. Conversa a espaldas de sus empleadores su salida. Con un equipo que tiene un técnico vigente, y como en el caso del marido engañado, Carlos Rojas, es el último en enterarse.

Es cierto que muchas veces los contratos de los entrenadores permiten una salida expedita cuando ellos lo estimen, pero, en otras, los convenios no se respetan y se cortan abruptamente. Como en este caso ¿Tan poco vale la palabra en el fútbol? ¿Tan poco vale el cariño de los hinchas o el respeto por una institución que te abrió las puertas en un país extraño? Lo cierto es que en la B, en materia de técnicos, la continuidad es todo un tema, ya sea porque la sangre llega al río con ligereza o porque no existe la forma de mantener una línea de trabajo en el tiempo.

Un tema para meditar, o para tener en cuenta. En la Primera B, los técnicos sufren porque no tienen seguridad, o, cuando la tienen, no la valoran, y los hinchas los ven ir y venir por sus clubes, incluso, cuando andan bien, como el caso de Pablo Abraham. Canibalismo de los técnicos contra sus pares, del medio periodístico que muchas veces pide cabezas y también de los dirigentes, que al primer problema cortan el hilo por lo más delgado.

Parece que hoy la palabra ética pasó de moda, al menos en el fútbol y deberíamos derechamente hablar de canibalismo.

Por Hernán Hernández /@SoyNano5

AUTOR ESPECIALIZADO

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