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Suazo hijo pródigo de San Luis

Por Luis Montenegro

Cuando en cualquier situación de la vida alguien retorna al lugar donde salió en términos inadecuados y vuelve para ser recibido en gloria y majestad, se hace referencia a la popular parábola del hijo pródigo, una de las cuantas historias que se narran en el nuevo testamento: comparar esta parábola con la historia de Humberto Suazo y su presente en San Luis de Quillota sería una gran injusticia.

En la historia contada en el Evangelio de San Lucas, el menor de los dos hijos de un padre le exigió su parte de la herencia, para luego malgastarla. Luego de caer en desgracia, el hijo menor volvió donde su padre, quien lejos de castigarlo, lo recibió haciendo una gran fiesta y provocando la envidia de su abnegado hijo mayor. Y si bien Humberto Suazo, al igual que en la parábola y una vez que salió campeón y goleador de la tercera división 2003, exigió su parte de la herencia y se fue de casa, estuvo muy lejos de malgastar el tiempo y sus talentos.

En 20 años de destacada carrera “el hombre venido del planeta gol” vistió las camisetas de Audax Italiano y Colo Colo, y luego de ganarlo todo en el cuadro popular se fue a Monterrey, donde se transformó en una verdadera leyenda a punta de goles y entrega, transformándose además en el último gran 9 de la selección chilena. Y luego de ganarlo todo en México, tuvo un triste retorno a Colo Colo y pensó incluso en el retiro, pasando por el fútbol amateur, la Segunda División y la Primera B para recalar en Deportes La Serena, donde todos creyeron que terminaría su carrera como futbolista.

Pero faltaba un paso. Un último paso. Volver a casa.

El retorno de “Chupete” a Quillota ha estado marcado de simbolismos. Desde su presentación y la notable emoción que el oriundo de San Antonio sintió tras reconocer el entrañable cariño que el hincha canario le tiene, Humberto Suazo recuperó la alegría de jugar al fútbol, cumpliéndole a su hijo la promesa de volver a vestir la camiseta que, sin pensarlo, lo había catapultado a la fama 20 años antes.

Y en ese sentido, “Chupete” ha superado cualquier expectativa. En su debut se matriculó con un doblete, con un segundo gol de gran factura; en Iquique volvió a marcar de cabeza, pero aún faltaba celebrar frente a su gente, aquella que lo recibió cual hijo pródigo que volvía a su hogar después de haber recorrido el mundo.

Y en la pasada noche, en un escenario perfecto, a estadio lleno y con un partido muy cerrado, Humberto Andrés Suazo Pontivo sacó un misilazo como los que tantas veces anotó con la camiseta de Monterrey, con la de la selección chilena, y por qué no decirlo, con la misma amarilla que vistió hace dos décadas para hacer estallar de felicidad a una hinchada que, por cierto, ha pasado largos 5 años masticando lauchas y peleando con el descenso.

En ese sentido, tras ver una, y otra, y otra vez el gol, la imagen que de seguro quedará marcada a fuego en la retina del hincha canario será la del rostro del mítico Humberto Suazo, iluminado por la felicidad de estar, a sus casi 42 años, viviendo un sueño con la intensidad que lo vive un muchacho que recién está debutando, pero con el agradecimiento sincero de una figura que tras 20 años vuelve, cual hijo pródigo, al lugar donde todo comenzó.

Fotografía Alexis Chávez/Prensa San Luis. 
AUTOR ESPECIALIZADO

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