En la gran mayoría de los equipos de la Primera B hay un tipo de jugador que muchas veces parece en extinción: el dueño del gol y de variadas características.
Está el eterno; ese que sabe ubicarse y tiene el olfato aguzado para capturar el balón y estar siempre presente en la red. Un claro ejemplo de ellos es el incombustible Joel Estay en San Marcos.
Hay otros que tienen en la potencia física y el juego aéreo sus armas predilectas: Mario Pierani de Coquimbo Unido, David Escalante de Santiago Morning y Renato Ramos de Lota Schwager son tres claros exponentes de este ítem. Carlos Salom de Deportes Concepción; se suma en esta visión, pero le agrega además un sentido de lucha permanente por ganar su espacio entre los centrales; sin hacerle el quite a esa lucha que le ofrecen cada fin de semana los zagueros rivales.
Existen también jugadores de absoluta proyección y que han demostrado interesantes condiciones futbolísticas; no solo por su poder de fuego, sino que también por saber entender el juego y hacerse parte de él: Diego Churín de Curicó Unido, Cris Martínez de San Luis, Ignacio Jeraldino de Unión San Felipe; son exponentes claros que el centro delantero actual, más allá de exigirle gol; debe saber moverse dentro y fuera del área; para involucrarse en el armado final de la jugada.
En ese ámbito la Primera B ofrece un panorama más que interesante respecto a las condiciones y variedad de jugadores que pueden patentar el gol. Todos absolutamente válidos, pero con matices. Un escenario que permite a todos quienes son fieles seguidores de esta división, poder sumar su visión e identificación con el dueño del gol que más lo interprete.
Por Pablo Flamm /@PFLAMM
Conductor de EENDF y Código Camarín CDF