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Voy a partir esta columna de opinión con una frase que no quiero que pase desapercibida. Tras el compromiso entre Deportes Melipilla y Rangers de Talca, el nuevo dueño de los rojinegros, Felipe Muñoz declaró lo siguiente: “Vi el partido con la barra, me llegó una persona de Estadio Seguro y me dice, señor, si quiere lo sacamos de aquí porque lo van a identificar. Le dije, no tengo ningún problema de seguridad, déjeme aquí no más, incluso la gente, algunos me pedían fotos”.

Lo declarado por Muñoz pone de manifiesto una situación que hace tiempo venimos exponiendo y denunciando: la mirada despectiva que existe sobre el hincha nacional. “Lo van a identificar”, le dice el sujeto –imaginamos que fue un guardia – al dueño de Rangers.

Está bien que sean sociedades anónimas pero por favor, ¿Quién da esa directriz, quien determina que un presidente de un club está en peligro por sentarse entre los hinchas de esa misma institución? Cuando una autoridad o dueño de un club trabaja para el bienestar de esa institución, donde más seguro debiese estar es precisamente, entre los suyos.

El famoso plan Estadio Seguro –un fracaso a todas luces – fue creado en el primer gobierno de Sebastián Piñera y tuvo continuidad con Michelle Bachelet. Supuestamente, busca crear un clima de armonía para la familia. Ha sido todo lo contrario: se revisa en exceso a los hinchas, se cae en absurdos como quitar banderas a los niños, pinturas a las mujeres, hasta lápices. Incluso personas de la tercera edad son examinadas acuciosamente, como si del más peligroso de los criminales, se tratara.

Por ello, no es menor el hecho que constata Felipe Muñoz. Vivimos en un mundo lleno de prejuicios y que está francamente al revés. Mientras el hincha es sometido a vejámenes y humillaciones, avaladas por un retrógrado e ineficiente plan, llegando al sinsentido de asegurar que un dueño de un club no puede compartir con sus hinchas, los realmente peligrosos, salen libres de polvo y paja o en algunos casos, pese a sus violentos discursos, amplificados por los medios de comunicación, reciben protección estatal.

No me imagino a un guardia de Estadio Seguro diciéndole a los hinchas, “señores ahí está Gabriel Ruiz Tagle, tengan cuidado”. Y eso que todos sabemos de la peligrosidad de Ruiz Tagle. Sus arreglines son conocidos, el más patético el que nos tuvo años pagando de más por limpiarnos el culo. Hoy vuelve en gloria y majestad, avalado por los poderosos de este país.

Todos sabemos también de la peligrosidad de aquellos que arruinaron a Deportes Concepción y lo dejaron fuera del fútbol chileno. Muy sueltos de cuerpo andan todavía; algunos incluso persisten en sus vínculos con el fútbol. otros controlan desde afuera y hasta hace un tiempo, ni siquiera podían entrar a Chile. Para que vamos hablar del mafioso Jadue, a quien ningún estamento nacional fue capaz de detener. Hizo lo que quiso y la justicia chilena miró para cualquier parte.

Se insiste en asociar al hincha con la delincuencia. Claro, seguro no fueron hinchas los que apoyaron a hinchas cuando sufrieron un accidente automovilístico, hecho por el cual la barra de Rangers fue reconocida por su símil de Santiago Wanderers, seguro no fueron hinchas los que le dieron la bienvenida en Arica a sus pares de Puerto Montt – destacado por el mismo club albiverde – acaso no son hinchas los que hoy buscan levantar a Concepción, no son hinchas los que organizan navidades para sus pequeños y se la juegan porque la familia vuelva al estadio. Acaso no son hinchas los que crearon un museo en honor a Ñublense pese a que la propia S.AD.P. se ha desgastado en una serie de recursos judiciales contra ellos y en todos ha tenido pésimos resultados.

Es el propio Estado de Chile el que los ha criminalizado. Es el propio Estado de Chile el que los ha prejuzgado y sentenciado de antemano. El Estado de Chile, al servicio de unos pocos y en contra de sus ciudadanos. Es que la frase que abre estas líneas es reveladora. Esa es la mirada que tienen aquellos que determinan las pautas de Estadio Seguro: el hincha es el enemigo del fútbol. Simplemente, ridículo.

El Estado chileno ha sido secuestrado estas últimas dos décadas por dos coaliciones que se reparten el poder y lo utilizan de botín. Ellos sí que han dado muestras de peligrosidad regalando nuestras riquezas naturales, lucrando con la educación, la salud, las pensiones, las carreteras, el agua, sí, el agua. Basta, basta, ustedes señores, son el verdadero peligro.

No todo lo que huela a trabajador, a pueblo o a poblacional como leí ahí alguna vez, es a priori sinónimo de delincuencia y peligro. Es cierto que en las capas sociales más bajas, la violencia se manifiesta cada cierto tiempo, pero es fruto de una desigualdad social creada por los controladores de esta así llamada “democracia”, los mismos que hoy una vez más, le dan la espalda a quienes debiesen representar.

Los verdaderamente peligrosos, se las han ingeniado para desmovilizar al pueblo, para convertir a un ser eminentemente social en un individuo aislado, manipulable y desechable. Cualquier símbolo de pertenencia, de identidad ha sido perseguido y vilipendiado. Es la hora de abrir los ojos y darse cuenta quienes son los realmente peligrosos.

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AUTOR ESPECIALIZADO
Periodista titulado de la Universidad de Santiago de Chile, con experiencia en medios de comunicación como TVN, Radio Biobio y el Canal del Fútbol. Co-fundador de primerabchile.cl Elegido por el círculo de periodistas de Chile como el mejor periodista de regiones del año 2023.

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