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La tragedia del Chapecoense y la fraternidad en el fútbol

La sociedad del consumo en la que el hombre se desenvuelve actualmente, ha dado como resultado un individuo que se enfrenta al mundo de manera solitaria, encerrado en sus problemas y creyente de que la solución a los mismos pasa solo por su propia capacidad de resolverlos.

Las muestras de egoísmo, de competencia y de escasa solidaridad son pan de cada día, ejemplos hay de sobra, basta con considerar que el modelo educativo actual tiene como base principal la generación de un ser orientado principalmente a la producción de capital. El resultado de esa ideologización, que los fervientes partidarios del omnipotente mercado se atreven a llamar libertad, está a la vista. Hoy todo se transa en la bolsa, el dinero es el Dios contemporáneo.

Los clubes en el mundo y en Chile no escapan a esa tiranía disfrazada de democracia. La privatización de la mayor parte de las instituciones deportivas, bajo el alero de la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, es el producto. En medio de ese panorama surgen voces que recuerdan con nostalgia la época en que siendo socios tenían derecho a expresar su opinión y marcar puntos de inflexión en el derrotero de sus queridos colores.

Despojados de ese poder, sin embargo aún conservan la capacidad de movilizarse en determinadas circunstancias. Desafiliado, Deportes Concepción ha sido capaz de convocar nuevamente a sus seguidores, Cobreloa, en su peor crisis institucional también ha generado organizaciones de base que buscan un mañana mejor para los naranjas. ANCOH, Asociación Nacional de Clubes y Organizaciones de Hinchas es la respuesta a esa falta de compromiso con la voz y voto de los hoy silenciados.

Pero no solo eso, una expresión significativamente mayor – cargada de simbolismo y emoción – se vislumbra luego de la tragedia del modesto club brasileño Chapecoense. Golpeados por el drama que afectó a todo un plantel profesional y también a una tripulación completa tras la tragedia aérea que sufrieron cuando se trasladaban a escribir la más gloriosa de sus páginas, los hinchas de distintas partes del mundo, aunque especialmente los de este lugar del planeta llamado Sudamérica, dieron una muestra de fraternidad que no solo conmueve y emociona, demuestra las falsas divisiones que el sistema – del que dijimos el fútbol es parte como víctima pero también como victimario – ha generado.

En los homenajes póstumos dedicados al Chapecoense y sus malogrados jugadores, hay un reconocimiento del ser humano como tal. El lenguaje, utilizado como herramienta y código de división desde los principales medios de comunicación, fue despojado de sus incógnitas, como si de una ecuación matemática se tratara, para dar paso simplemente a un concepto: ser humano. La x de una simple ecuación equivale a lo que llamamos hincha, despejada la x, hablemos de seres humanos.

Hacemos incapié en este punto porque el lenguaje esconde a nuestro juicio muchas de las trampas que justifican esta sociedad dividida, solitaria y egoísta hasta extremos desquiciantes. Hay una palabra que se utiliza comúnmente: hincha, lo que automáticamente parece colocarte en un lugar de oposición con otro que sigue a otros colores. Pero en el drama, en la tragedia, la mayoría de seguidores del fútbol entendió el dolor común que afligía a un pequeño club brasileño, se olvidó de que debía hinchar por su equipo y se colocó simplemente en la posición de ser humano.

Que distinta sería la sociedad, el mundo, si aplicáramos un principio que parece tan simple pero que en medio de este planeta materialista parece tan utópico. Si en vez de hablar de peruanos, bolivianos, argentinos, brasileños, solo recordáramos que somos seres humanos habitando distintas partes de un espacio común. Las fronteras las ha creado el hombre, el lenguaje, entre otras tantas herramientas mal utilizadas, ha sido utilizada en contra del propio ser humano. La palabra frontera, el concepto hincha fueron superados en medio del silencio y reflexión que la tragedia seguramente genera en los individuos.

A partir entonces de lo que hemos presenciado esta semana, recordemos y consideremos entonces, que en el estadio siempre habrá seres humanos – alentando y defendiendo a distintos colores, claro – pero seres humanos y estos, lo demuestra la historia son capaces de entenderse, fraternizar y reconocerse como iguales. Y no solo en el estadio, el ser humano ha vivido, vive y seguirá viviendo en un mundo esencialmente social.

AUTOR ESPECIALIZADO
Periodista titulado de la Universidad de Santiago de Chile, con experiencia en medios de comunicación como TVN, Radio Biobio y el Canal del Fútbol. Co-fundador de primerabchile.cl Elegido por el círculo de periodistas de Chile como el mejor periodista de regiones del año 2023.

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