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(Opinión) El ascenso de Curicó Unido en la mirada de un talquino

El título de esta columna pudo perfectamente ser: “El ascenso de Curicó Unido en la mirada de un periodista talquino”. Quise obviarlo, al menos en el titular porque antes de ser periodista, me enseñaron por medio de la palabra que soy talquino. Años después conseguiría esa acreditación que entregan las universidades y que en mi caso dice que soy periodista.

Hago la aclaración por la sencilla razón que también pude titular con la siguiente frase: “El ascenso de Curicó Unido en la mirada de un ser humano”. Hubiese sido lo más sencillo, lo más simple y sobretodo lo más honesto. Pero en las clases de periodismo y viendo todos los comentarios que ha suscitado el reciente duelo entre Rangers y Curicó Unido, nos meten en la cabeza que los titulares deben incitar a la lectura.

Me suena atractivo y me da la impresión que genera interés e incluso algo de morbo, conocer que opinión pueda tener un talquino del ascenso de Curicó Unido. Debo ser honesto, cualquier escritor pretende ser leído aunque asuma la posibilidad cierta de que a nadie le interese su opinión.

Pues bien, el juego de palabras anterior también tiene otro propósito. Uno revisa los comentarios en redes sociales y pareciera que por el solo hecho de ser talquino o en este caso ranguerino, hay que desconocer cualquier mérito de Curicó Unido o viceversa, que los albirrojos deben desacreditar cualquier logro de los piducanos. Trataré de ser simple y explicar que lo anterior es una falacia que puede ser dejada en evidencia sin un gran esfuerzo intelectual.

Los números de Curicó Unido fueron notables. Estuvo 20 fechas invicto, tuvo la tercera defensa menos batida y contó con la delantera más goleadora. Solo lo han derrotado Coquimbo Unido y Rangers, caída esta última que se produjo cuando ya era campeón. En cancha fue el mejor, no cabe duda, pregunte a cualquiera que sepa algo de fútbol, compare campañas en distintos torneos, no solo en Chile y verá que lo que hizo Curicó es notable.

Ahora bien, vamos a otro punto. La guerra de palabras en las que vive el ser humano. Las palabras fueron creadas para el diálogo, pero en algún momento, cuando alguien se dio cuenta del poder que tenían parece que apostó por utilizarlas para otros propósitos. Tiendo a pensar que los que nos gobiernan, los poderosos de siempre lo comprenden muy bien y las usan para dividirnos. De ahí, diría, su obsesión por controlar los medios de comunicación. El lenguaje construye realidad, lo saben muy bien. “Divide y reinarás”, es otra máxima ya popular.

En el estadio y quizás como víctima de la vorágine en la que vive y el clima de efervescencia que se genera, el humano repite consignas. “Curicano cagón”, “talkaka”, “Fecal, “La Chacra”, adjetivos más, adjetivos menos, se tiende a minimizar lo hecho por el rival. No busco desacreditar a las barras, todo lo contrario, cuando se dedican a alentar, tocan el bombo, flamean banderas, contribuyen al espectáculo; el punto es que el lenguaje violento, adivine que genera…

Estuve en el estadio, nacido y criado en el seno de una familia ranguerina, sabía lo que se venía. “Son de la B”, era cuestión de minutos que se escuchara, ya me lo había advertido un colega curicano, iremos a cantarles “Son de la B”. Así no más fue. Y no se puede negar lo evidente, no se puede negar que hoy Rangers es de la B y Curicó Unido es de primera. Ha hecho las cosas bien, reivindicó a las corporaciones, ganó en cancha y su hinchada, numerosa o no los acompañó. Da lo mismo si son cien, mil o diez mil, cada persona vale por lo que es, merece respeto, independiente de la camiseta. Vea lo que pasa en la mal llamada política actual, un UDI o un PC no pueden hablar por ser UDI o PC. Le suena conocido ¿talquino versus curicano? ¿No sería mejor darle un ejemplo de educación a esa clase política que también siempre desde la óptica de este escritor, trata de dividirnos?

Estuve en El Salvador reporteando al “Curi” campeón. Había sentimientos encontrados, como hincha la rivalidad existe y saber que por primera vez jugarían en la categoría de honor y Rangers estaría en la B, no me provocaba una sonrisa. Debo ser honesto. Pero sabe estimado lector, cuando vi llegar a esos 600 curicanos a un sitio tan recóndito como El Cobre, cuando tuve la suerte de compartir un asado afuera del estadio con la familia Herrera – Muñoz, que había recorrido más de mil kilómetros para alentar a su equipo, cuando ya finalizado el partido hablé con “Tito”, el hincha que viajó desde Puerto Montt, me alegré, sentí que el esfuerzo de todos ellos valía la pena. La camiseta albirroja de ellos o la que me pusieron de niño a mi – la gloriosa rojinegra como me enseñaron- se había hecho transparente. Recordé que antes que periodista, talquino y de nombre Pablo, era solo un ser humano, tal como los que estaban de fiesta en El Salvador y seguramente siguen celebrando en Curicó.

Cierro estas líneas con una última idea. Mutuamente, ambas hinchadas se dan el rótulo de hijo o padre. Hay una estadística que cualquiera puede revisar, pero más allá de eso, padres e hijos generalmente suelen tratarse con respeto y amor. Como dijo Humberto Maturana, “los adultos son el futuro, porque ellos son el ejemplo para los niños” y lo más hermoso del estadio es ver a una familia disfrutando en un clima de respeto mutuo. Me considero un afortunado, pude caminar entre la hinchada de Curicó sin temor, he estado en la barra de Rangers, en la de Deportes Temuco, en medio de la del hoy desafiliado Deportes Concepción, entre otras. Aunque trate de ver otra cosa, siempre llego a lo mismo: el ser humano.

Por @Pablo_sepúlveda
Uno de los creadores de www.futbolprimerabchile.cl y @primerabdechile
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AUTOR ESPECIALIZADO
Periodista titulado de la Universidad de Santiago de Chile, con experiencia en medios de comunicación como TVN, Radio Biobio y el Canal del Fútbol. Co-fundador de primerabchile.cl Elegido por el círculo de periodistas de Chile como el mejor periodista de regiones del año 2023.

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