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Don Emiliano Astorga, arquitecto del título de Cobreloa en la Primera B.

No fuimos pocos los que pensamos que la estadía de Cobreloa en la Primera B de nuestro fútbol sería pasajera. Un año, a lo más dos. Sin embargo, el cuadro naranja se fue enredando y cayendo en un pozo que lo tuvo, incluso, complicado con el descenso a Segunda División.

El drama naranja desató enormes pasiones, luchas internas, disputas de egos, papelones dirigenciales. Cobreloa, con su tremenda caja de resonancia, ganaba titulares por sus problemas fuera de la cancha. El panorama económico no era mejor y la época de opulencia había quedado atrás.

Agarrar ese fierro caliente requeriría de mucha paciencia, fortaleza y sobre todo, serenidad. Ahí estuvo, quizás, el principal acierto de Cobreloa al confiar su dirección técnica a Emiliano Astorga, un técnico que demostró que más allá del lirismo tan de moda en estos tiempos, la vieja receta de los procesos, el trabajo serio, planificado y estructurado, tarde o temprano te lleva al éxito.

Su sonrisa al enfrentar los medios de comunicación lo decía todo. Sabía que había hecho historia, que había perpetuado su nombre como el estratega que volvió a Cobreloa a un sitial que por historia, le corresponde. En especial, tenía clara conciencia de lo difícil que había sido el camino, con piedras puestas incluso, según acusó, desde dentro del propio club.

El éxito de don Emiliano no es casualidad…no, no lo es. Luego del tremendo desastre que significó perder categóricamente la final por el segundo ascenso a Primera División ante Deportes Copiapó, el técnico colocó toda su sabiduría, también su templanza, para primero, aguantar el chaparrón y vendaval de críticas y luego, agachar la cabeza y recomponer un plantel que requería retoques, pero que también había mostrado extraordinarias fortalezas. La paciencia fue su aliada más importante…

Seguramente, las batallas de años anteriores lo habían curtido. Partió a Talca para la pretemporada con una base a la que le sumó piezas claves: Insaurralde, Villagrán, Gotti, García, entre otros, completaron el trabajo del primer año. La cantera, con valores destacados como Hugo Araya y Rivaldo Hernández, por mencionar algunos, también fue fuente de soluciones para el entrenador. Cobreloa no partió tan fuerte, pero nuevamente la paciencia de Astorga fue clave para soportar los cuestionamientos.

En el discurso del técnico, siempre se destacaron algunos conceptos: orden, en especial. Orden, tanto dentro como fuera de la cancha. También paciencia, para trabajar los partidos, para entender que su solvencia defensiva, en un campeonato tan parejo como el de la Primera B sería clave.

Hoy, el éxito se busca por caminos cortos, el mundo de las consignas se impone a la razón y la reflexión, pero aquellos que aún conservan esa capacidad, terminan marcando diferencias. Don Emiliano, más allá del tremendo éxito que significa el retorno de Cobreloa a Primera División, permítame la libertad de plantear que quizás el mayor legado de esta histórica campaña sea la enseñanza que nos deja: prudencia, paciencia, moderación y planificación.

Los atajos no existen, el éxito se construye entrenamiento a entrenamiento, día a día, disfrute don Emiliano…

Fotografía Patricio Arias/primerabchile.cl

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